TRIBUNA LIBRE

Manuel / Barea

Si tocas al perro

NO sé si este artículo puede ser un delito, porque es una amenaza. En serio, una amenaza pura y dura. Quizá no lo sea (el delito, digo; pero me da igual) porque no conozco al destinatario de ella, ni él me conoce a mí. Pero si lo conociera se lo diría a la cara, a él y a todos los que son como él. Se lo digo aquí: si tocas a V te reviento, te hago tragar lo que tú le has hecho tragar a otros perros. Hasta que eches espumarajos por la boca y se te desorbiten los ojos y llores sangre entre espasmos de dolor y grites que prefieres diñarla. Todo esto te ocurriría en medio de un descampado, de noche y bajo cero y solo, al que yo te habría llevado para que sufrieras en medio de la nada y muy lejos de los tuyos (si es que los tienes), arrepintiéndote -más que de haber matado a unos perros- de haber nacido.

Verás que todavía no he escrito ningún insulto. Quienes me conocen aquí, en el Diario, saben que escribo esto con las manos esposadas, reprimiéndome la bilis, intentando olvidar la larga lista que me proporciona el diccionario para llamarte lo que me pareces. Sabes a qué me refiero. Hasta tu madre ha salido mal parada -la pobre- por traerte al mundo. Así que puedes estar seguro de que ya te he llamado de todo. Lo llevo haciendo desde el momento en que empecé a leer la crónica de Pedro Ingelmo que relata el sufrimiento de los perros Pepe y Rojco, publicada por este periódico el pasado domingo. Al contrario que ellos, V está vivo. V es mi perro. Si lo tocas, te reviento. A ti y a todos los que son como tú. No, si lo tocas no, si lo miras siquiera una décima de segundo. Puedes apostar por ello. Sé que no está a salvo de gentuza como tú: de hecho, el otro día, le saqué de la boca un trozo de filete aliñado con púas. Quienes hacéis eso os aprovecháis de la inconsciente glotonería de estos animales.

Pero todo lo salvaje que tú -y todos los que son como tú- te puedes creer con un pobre chucho no es ni la mitad de lo que yo lo sería contigo. ¿Has oído eso de que el hombre es un lobo para el hombre? No te quepa la menor duda de que si le rozas a V un solo pelo yo soy el lobo y tú el hombre, un pobre y desgraciado hombre del que no iba a quedar ni el pellejo. Retorciéndote de dolor, le preguntarías al cielo por qué no has nacido perro. Te habría ido mejor.

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