Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Se están yendo

Los separatistas no le van a dar a Rajoy la señal para intervenir, esto es progresivo, ha perdido el tiempo y puede que al país

Los sucesos que se vienen ocurriendo en Cataluña transcurren en una dimensión superior al juego electoral de los partidos y a sus diatribas parlamentarias. En Cataluña hay un proceso revolucionario, donde una facción independentista está construyendo su propio Derecho frente a un Estado, el español, que sigue en retirada y que, cuando actúa, como lo hizo el domingo, fue para perder en el campo policial y en el de la comunicación. Jefferson no redactó la Declaración de Independenciade EEUU con el permiso del rey inglés. Ni las milicias facilitaban el trabajo a los casacas rojas. Quiero decir que todo independentista insurrecto sabe que las leyes viejas hay que superarlas, por la fuerza, con ilegalidad, para que nazca un nuevo Derecho, cuyas instituciones y relato histórico lo convertirán en legítimo.

El estado mayor del separatismo sabe todo esto, llevan, al menos, tres años, y el proceso final ha llegado con sus dos leyes de desconexión (la del referéndum de autodeterminación y la de transitoriedad, que es una protoconstitución catalana). Cuenta, además, con el control de la calle, que se ejerce mediante la pasividad de los Mossos, los servicios de orden -y ya veremos, si de choque- de los bomberos de la Generalitat y una muchedumbre dirigida por activistas. Y no es la CUP, son los comités de defensa del referéndum, gentes de la Asamblea Nacional Catalana y de Omnium. De ERC y del PDeCAT.

Ante esta insurrección, el Gobierno de Mariano Rajoy no actúa, las invalidaciones ante el Constitucional de las leyes separatistas son indispensables pero no son ya efectivas, las fuerzas de seguridad del Estado en Cataluña viven acantonadas, desamparadas por Interior y humilladas. Los separatistas no le van a dar a Rajoy la señal de intervenir; no, presidente, la declaración de independencia será gradual. Puigdemont hablará el lunes en el Parlament, pero la DUI se postergará a un festivo, quizás el 12, cuando medio millón de personas rodeen, para proteger, su Cámara y a sus dirigentes rebeldes. ¿Enviará, entonces, a los policías a detenerlos? No, y es posible que ya no pueda, eso sólo lo solucionaría con el apoyo de un Ejército que no se atreverá a utilizar.

Ha perdido el tiempo, y puede que al país. Le quedan tres o cuatro días de oro para intervenir, por eso el Rey salió el martes a la desesperada ante un Estado con un Gobierno ausente y un jefe de oposición escondido. Y lo que es peor: un nacionalismo español en auge, que pide guerra.

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