Hierba y cal

Juan Antonio Solís

Me desmarco

HAY cosas que no pueden ser, son imposibles y, por si acaso, ahí está el sistema para blindarlo. El Sevilla no fue mejor que el Madrid en la eliminatoria, y es de ley recordar que las ocasiones del quebradizo bloque de Manzano fueron contadísimas en 180 minutos. Pero no pueden irse de rositas los habitantes de este cenagal inmundo en el que quedó varado el todavía campeón de Copa. Mientras esa multitud con palillo de dientes en la boca que se reparte por la España profunda se solaza de la gran final del Miércoles Santo, conviene retratar a esos siniestros lacayos que no han dado puntada sin hilo para que el Madrid-Barça no peligrara.

Lo peor de los dos arbitrajes no fueron los dos goles. Al fin y al cabo, tanto el de Luis Fabiano como el de Negredo caen en el terreno de la apreciación, y árbitro y asistente pudieron albergar las dudas que cualquier espectador albergó. Lo que refleja cómo está montado este negocio de buitres ha sido la desigual aplicación del reglamento. En la ida, Undiano mostró la primera amarilla a Khedira minutos antes de negarle la segunda a Lass Diarra por lo mismo; en la vuelta, Teixeira gritó "¡Arbitro yo!" a los defensas sevillistas por la entrada de Khedira al tobillo de Zokora, que se quedó en una simple advertencia, y minutos después amonestó a Fernando Navarro por una entrada menos violenta. Los detalles sibilinos llenarían estas líneas, y el espacio de esta columna está muy caro. Tan caro como costarán los anuncios publicitarios de la gran final copera y de la Supercopa de España.

Otros abominables gerifaltes del orden establecido no suelen llevar un pito en la boca. O un silbato, si somos más técnicos. Comparten mi profesión y son capaces de vender a su madre por una tostada fría. Son capaces incluso de atizar un fuego que se consume si el mismísimo Mourinho decide, con buen criterio como hizo el miércoles tras el partido, no remover más la bravuconada de Del Nido y su vídeo. Si el afectado, léase Real Madrid, pasa página, ahí están ellos para alimentar la discordia y provocar violencia gratuita. Sólo falta que el amigo de un amigo me relacione con este ejército de papanatas: "Oye, Mourinho pasa del vídeo de Del Nido y vosotros se lo recordáis a todo el mundo para meter cizaña, cómo sois los periodistas". Mira, a mí no me mires, yo me desmarco. Mira en dirección a Las Ventas. O mejor, iros todos a la venta...

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