Andalucía ante el 'invierno demográfico'

Andalucía debe ir preparándose para afrontar en los próximos años la disminución y el envejecimiento de su población

La datos facilitados por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía apuntan a un progresivo y alarmante envejecimiento y a la disminución de nuestra población. Como ya está ocurriendo en muchos países europeos, la comunidad andaluza verá cómo en las próximas décadas subirá alarmantemente el número de personas mayores y descenderá el de las jóvenes, con todos los problemas económicos, políticos y sociales que ello conlleva. Concretamente, Andalucía tendrá un millón menos de habitantes y duplicará la población mayor de 65 años en el año 2070. Es lo que los teóricos han bautizado como el invierno demográfico, un fenómeno a largo plazo muy difícil de revertir y que, con casi toda seguridad, generará conflictos en el futuro. Algunos, incluso, ya especulan con futuros conflictos entre generaciones por repartirse los recursos. El referéndum del Brexit nos dio un primer botón de muestra sobre cómo los intereses de las generaciones pueden divergir seriamente y generar roces entre los jóvenes (que eran más partidarios de permanecer en la Unión Europea) y los mayores (que eran favorables a salir de ella).

Por lo dicho, como ya ha advertido el consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, Andalucía debería ir preparándose para afrontar su invierno demográfico. Lo primero es intentar atenuar en lo posible el hundimiento de la natalidad, algo que sólo se puede conseguir con programas de ayudas a la familias (guarderías gratuitas desde el año 0, tiempo para la conciliación de los progenitores, etcétera). Lo segundo es evitar que la gente joven salga definitivamente de la comunidad para buscar un mejor horizonte vital en el exterior, como hemos visto tristemente durante los años de la crisis, lo cual sólo se puede lograr si somos una sociedad que genera oportunidades para las nuevas generaciones. No sólo hablamos de economía, sino también de peso político y social. Lo tercero es conseguir captar migraciones de otros lugares del planeta con mayores problemas que nosotros, pero esto tampoco se conseguirá si no somos un destino atractivo, sobre todo para los migrantes más cualificados, que son los que más nos interesan, más allá de la solidaridad.

Con estas medidas se podrá atenuar en algo el problema, pero no se solucionará definitivamente (ya apenas da tiempo). Por eso, tenemos que prepararnos para mantener a una población cada vez más envejecida y dependiente sin que eso lastre nuestro desarrollo. Un auténtico reto en el que hay que ponerse a trabajar cuanto antes.

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