Una Universidad barata, pero mediocre

La Universidad andaluza ha conseguido estar al alcance de todos, pero aún tiene pendiente la asignatura de la excelencia

La Universidad andaluza, cuyo curso comienza ahora, ha llegado a ser la más barata de España. Tanto la congelación de las tasas desde hace cinco años como el nuevo sistema de bonificación del 99% del número de créditos que se hayan aprobado durante el curso anterior, convierten a nuestra Universidad en una institución asequible para la práctica totalidad de la población, al igual que hasta ahora ocurría con el Bachillerato o la Formación Profesional. Esto es digno de aplauso, porque democratiza aún más una institución que es básica en la promoción social de los más desfavorecidos, que sólo podían permitirse el lujo de estudiar gratuitamente si eran muy brillantes. Por tanto, el sistema desarrollado por la Junta avanza en la construcción del estado social y de derecho que consagra nuestra Constitución.

Sin embargo, la Universidad andaluza tiene aún una asignatura pendiente, la de la excelencia, una pieza fundamental en el ADN universitario, sin la cual la institución se convierte en una mera factoría de producir títulos mediocres sin capacidad de competir en el mercado laboral o en la vida académica nacional e internacional. Como bien indican los rankings internacionales, las universidades andaluzas están muy lejos de estar en la élite mundial. En este sentido, las dos más valoradas son las de Granada y Sevilla, pero muy por detrás de otras universidades españolas y, por supuesto, internacionales. Esto es importante no por un mero orgullo pueblerino, sino porque la pertenencia o no a estas listas indican si estamos produciendo profesionales lo suficientemente cualificados para afrontar los complicados retos del mundo contemporáneo. Asimismo, una universidad mediocre nunca podrá captar del exterior a alumnos y profesores de talento y, por contra, terminará expulsando a los mejores de sus aulas, que deberán buscar nuevos horizontes para desarrollar al cien por cien sus capacidades, con la evidente pérdida de capital humano para Andalucía que eso supone.

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