Un clima de acuerdo que invita al optimismo

PP y PSOE han comprendido al fin que sólo desde el diálogo y el pacto se podrán enderezar la política y la economía españolas

Tras un año de absoluta parálisis política e institucional por la falta de diálogo entre el PP y el PSOE, estamos asistiendo a un inicio de legislatura que invita al optimismo. Al fin, los dos grandes partidos sistémicos han reaccionado y están alcanzando acuerdos para lograr tres objetivos fundamentales: consolidar las instituciones democráticas frente al populismo y al independentismo catalán, unidos en su afán de finiquitar lo que llaman el Régimen del 78; contener el déficit público según los criterios marcados por la Unión Europea, fundamental para conservar la confianza en nuestro país de los mercados y la comunidad internacional; y consolidar -y en lo posible aumentar- la recuperación económica, sobre todo para hacer crecer el empleo y la mermada capacidad adquisitiva de los ciudadanos. En este sentido, también hay que reconocer el papel realizado por Ciudadanos, que en todo momento ha demostrado su intención de convertirse en una fuerza centrada y con vocación de bisagra para reforzar las precarias aritméticas que están produciendo un electorado excesivamente fragmentado.

Tras la traumática decisión del PSOE de apoyar la investidura como presidente del Gobierno de Mariano Rajoy, los socialistas y populares parecen haberle perdido el miedo a la negociación, creando un clima político de entendimiento que ya ha logrado varias metas que hace apenas unas semanas parecían imposibles: se ha rebajado la tensión que se había instalado en nuestra vida política, pese a los continuados intentos de Podemos por evitarlo; se ha llegado a un acuerdo para abordar la largamente aplazada reforma de la educación española; se ha pactado la subida del salario mínimo y el techo de gasto para 2017. Todo indica, además, que habrá acuerdo para los Presupuestos Generales del Estado, con lo que la legislatura podrá entrar en la velocidad de crucero necesaria para afrontar los graves problemas que nos acechan como país. Evidentemente, éste es el camino a seguir. Nadie entendería una vuelta al frentismo del pasado año.

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