Tribuna

Rafael rodríguez Prieto

Profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Univ. Pablo de Olavide

PSOE, el viaje a ninguna parte

Fernando Fernán Gómez narra en Viaje a ninguna parte las peripecias de una compañía de teatro que en la posguerra recorre La Mancha. Esta película recrea el último estertor de lo que se denominó cómicos de la legua durante el Siglo de Oro. Comediantes ambulantes que debían acampar a una legua de los pueblos. La película nos muestra lugares que nunca salen en las noticias. Ciudadanos que viven sin que nadie se preocupe de su encaje con el resto del Estado o de sus aspiraciones nacionales. Durante las primarias del PSOE, ex sanchistas calificaron como "viaje a ninguna parte" la gira por España del ex secretario general. Estimaron que simplemente se trataba de visitar a fieles irreductibles. Estos conversos pretendían que su antisanchismo extremo fuera el pasaporte a la ansiada lista. Pésimo cálculo.

Pedro Sánchez compartió su tiempo con un buen número de militantes y simpatizantes. Se supondría que un recorrido de esta naturaleza le permitiría aclarar ideas y conocer directamente los problemas reales de los españoles. Abandonar los desayunos de trabajo y los almuerzos oficiales, para degustar el pincho de tortilla de la cotidianidad, no parece un mal régimen. Pero cuando Sánchez retomó su actividad, tal y como relata Monterroso en su célebre y repetido cuento, "el dinosaurio todavía estaba allí". Y lo que le queda.

La propuesta del PSOE para España denominada Declaración de Barcelona, se nutre del acuerdo PSOE-PSC plasmado en Granada en 2013. Lo que hace cuatro años se vislumbraba como una aceptación acrítica de los términos y léxico nacionalista es hoy una realidad. El tratamiento de los territorios como unidades unívocas y monolíticas representa un antagonismo feroz con los valores internacionalistas y socialistas. Las oligarquías de hoy y siempre han pretendido hablar en nombre de las gentes con el fin de conducirlas a guerras o utilizarlas para ganar cuotas de poder e influencia. La metafísica del espíritu nacional impuesta sobre la física de las condiciones materiales. El socorrido "Galicia se siente" o "España no tolerará". ¿A qué les suena?

Partidos que se autocalifican como socialistas deberían incidir en la igualdad de los ciudadanos y en la lucha por los servicios públicos. Trabajar sin descanso por unas condiciones laborales justas en un panorama trufado de ETT y devaluación salarial. Pero no. Lo prioritario es la metafísica política. Una reforma federal de la Constitución que contenga el reconocimiento de "las aspiraciones nacionales" de Cataluña, unas nuevas reglas para el reparto competencial, una revisión del modelo de financiación autonómica y la reformulación del Senado para sea la expresión una federación a la que se llegaría -añado- no por y para la unidad, sino para establecer una firme disgregación. Una federación con la peculiaridad del injusto cupo y el marchamo de la desigualdad. Alguno ni siquiera sabe qué es una nación, pero da discursos sobre la plurinacionalidad. El maestro Ciruela contemporáneo.

Para el PSOE, la mayoría de catalanes y el resto de españoles no están interesados en tener un trabajo o en poder veranear. No. Lo que realmente les desasosiega es el Estado federal. Recordemos que el PSOE ya reformó la Constitución para favorecer los intereses de la minoría en detrimento del Estado social (art. 135). Ahora parece plantear la idea de que se premie a los separatistas con más prebendas (quita de deuda incluida) y recursos, que se extraerán de otras zonas de España. Proponen un Consejo General del Poder Judicial propio. Así, los señores separatistas podrán nombrar jueces de confianza.

Los mismos que antaño permitieron el adoctrinamiento masivo y los abusos del pujolismo, hoy, alejados del carguito, claman por el 155. Curioso. El heredero, a título de la política como único oficio y beneficio, continúa la tradición y piensa blindar el bochornoso uso totalitario de la escuela. Todo ello se pretende realizar a espaldas de los ciudadanos. El duopolio televisivo, conformado por ZP, se encargará de entretener al populacho. TVE continuará sin publicidad para que indirectamente todos lo financiemos y engordemos su cuenta de resultados.

El PSOE pretende reformar del título VIII que no requiere referéndum. Es decir: repetir la jugada del 135, pero esta vez para que la oligarquía autonómica actúe con total impunidad. Hay que premiar a los que muestran a diario su asco y desprecio por el resto de los ciudadanos españoles o por los de su comunidad que no piensan como ellos.

En vez de plantear la necesidad de reformas fiscales que hagan más progresivo los impuestos o la mejor distribución de los mismos entre las personas, sin importar el lugar donde vivan, el PSOE opta por situar el foco en los territorios y en avalar la insolidaridad ideológicamente. Adquiere la podrida mercancía neoliberal que no distingue clases sociales y que cubre la injusticia y la desigualdad con la salvífica banderita. Pues a seguir así.

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