Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Dos maneras de ir por la vida

El tuit del director general de Tráfico no es tan penoso como la falta de respuesta de quien le confió el cargo

Me pasó hace algunas semanas. El marcador de lo que me quedaba en el depósito de gasolina de mi coche me jugó una mala pasada. Señalaba 50 kilómetros y apenas me dejó subir una cuesta a dos kilómetros del área de servicio de Chucena donde pensaba repostar. No me dio tiempo a ponerme ni el chaleco reflectante y paró detrás una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico, uno de cuyos integrantes me recordó que lo que había cometido era una infracción sancionable, cosa que es cierta. Le enseñé el chivato y ahí se acabaron sus reproches. Desde ese momento, tuvieron una amabilidad que les hace merecedores de figurar en estas líneas. Se acercaron a la gasolinera, me compraron un depósito con unos litros y me ayudaron a cebar el motor de mi vehículo con el que pude llegar a donde pretendía sin mayores problemas. No soy nada creyente, pero les despedí con un "que Dios les bendiga" que me salió del alma.

Esta semana me he acordado de su jefe con una anécdota que escuché a Luis Carandell, posiblemente el mejor cronista parlamentario de los años posteriores a la Transición junto con el paisano Víctor Márquez Reviriego, que nos contó en la apertura del Máster de Periodismo que estudié en Bilbao allá por el siglo pasado y que me dispongo a destrozar como no se merece. El maestro de periodistas nos recordó cómo uno de aquellos gobernadores civiles del tardofranquismo, daba cuenta al Pardo de un extraño fenómeno en el que el sol se ocultó durante varios minutos del día y preguntaba alarmado si debería adoptar alguna medida para garantizar la seguridad nacional, según él seriamente amenazada por algo que, en su supina ignorancia, atribuía a un intento de los enemigos de la patria por desestabilizar sus logros después de su victoriosa cruzada. La respuesta de la caverna que regía nuestros destinos fue algo así: "se trata de un fenómeno natural que se produce momentos antes de que los gobernadores civiles presenten su dimisión". Con el paso del tiempo, el desastroso tuit del director general de Tráfico alabando las bondades y la excelencia de la ciudad de Sevilla -que comparto plenamente todo sea dicho- debería haber seguido el mismo estilo y alguien que está a cargo de algo tan trascendente como la seguridad pública, tenía que haberle contestado: "Sevilla es una ciudad tan maravillosa que no queremos privarle de ni un solo minuto de disfrutar de ella. No hace falta que vuelva, quédese allí".

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