Además de la celebración de una junta local de seguridad, en los próximos días está previsto que se convoque en Pedrera una reunión con todas las asociaciones, en un intento por empezar a trabajar en un plan de convivencia, más allá de las medidas policiales que se han establecido para evitar nuevos encontronazos con los vecinos de origen rumano y el resto. "Nosotros somos responsables de que la integración no haya sido más efectiva", reconoció ayer el alcalde, Antonio Nogales, quien resaltó que tampoco es fácil trabajar en este objetivo en un municipio de 5.300 vecinos. Según sus datos, hay 14 familias de rumanos, con unos 50 niños, la inmensa mayoría nacidos en Pedrera. Pero la comunidad llega a ser de 250 personas en campañas agrícolas. Recuerda que el principal problema es el hacinamiento en las casas que tienen alquiladas. Desde el Ayuntamiento han denunciado esos casos, con expedientes urbanísticos y de Servicios Sociales que llegan al juzgado. "Pero nos preguntan si tenemos albergue y, como no es así, se nos dice que es mejor eso a que estén en la calle".

Al ser preguntado qué ha pasado en Pedrera los meses previos para una reacción ciudadana como la del pasado fin de semana, subraya que las quejas hacia la comunidad se centran en cosas como que aparcan en las aceras, corren con los coches, comen pipas y beben en el parque y dejan las botellas.... "Eso nunca lo ha hecho un pedrereño", ironizó.

En el año 2006, en la etapa del PSOE en el gobierno, se formó un asentamiento con cerca de 500 personas en una finca, que el dueño tardó en denunciar pero que se terminó desmantelando. Hace dos años un miembro de este colectivo atropelló a una niña a las puertas de colegio, pero fue detenido, subraya el alcalde, que, para remarcar que no se puede generalizar, recuerda que más recientemente ha habido otro, con implicados de origen español. Los bulos sobre la comunidad se han "alimentado" en el último mes, con mucha responsabilidad de miembros del PSOE, insistió. El objetivo es ahora trabajar para eliminarlos.