Cuando aparece un cuerpo ahogado en la orilla de una playa gaditana es inevitable recordar otras tragedias vividas en estas costas. La más espeluznante sin duda, la de la patera de Rota de octubre de 2003 en la que fallecieron al menos 37 inmigrantes ilegales que intentaban llegar a España. En otras ocasiones las muertes han venido ocasionadas por el riesgo que corren los narcotraficantes para intentar llevar sus alijos a tierra. Este Diario ya ha publicado varios naufragios de pateras cargadas con drogas. Como ocurrió en la edición del 10 de noviembre de 2010, cuando se contó que el día anterior una persona de origen marroquí perdió la vida cuando una patera repleta de droga zozobró en el litoral de Chipiona. En aquella ocasión otro temporal, con fuertes vientos, causó serios destrozos en la neumática, que apareció abandonada en la playa de Los Corrales con 1.200 kilos de hachís y que provocó la muerte del piloto. El mar fue arrojando los fardos a la misma playa y poco después apareció el cadáver de un hombre indocumentado de origen marroquí. Horas después la Benemérita detuvo a dos busquimanos que portaban varias pastillas de hachís.

Sólo una veintena de días después, el lunes 29 de noviembre, una embarcación semirrígida volcó en la playa de la Mangueta, de Vejer, pero en esta ocasión su piloto, también de origen marroquí, acabó arrestado por la Guardia Civil pero vivo. El alijo que portaba cayó al mar tras volcar, si bien los agentes consiguieron recuperar los 32 fardos de hachís de unos 30 kilos cada uno en sacos de arpillera que portaba. Por la tarde fue detenido, escondido en las inmediaciones, un segundo supuesto tripulante de la embarcación de nacionalidad marroquí.

Y el 30 de junio de 2009 encontraron la muerte siete inmigrantes en un naufragio que tuvo lugar en Trafalgar, frente a la costa Barbateña. La embarcación, que partió de Kenitra la noche anterior remolcada por una zodiac de narcos, traía a costas gaditanas a una treintena de personas. Entre las víctimas mortales había una mujer encinta. Naufragios que forman parte ya de la historia negra de la costa gaditana, tan hermosa cuando está en calma como peligrosa cuando el mar se enfada.