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Reme, la municipala

  • Remedios García Palma fue la primera mujer que vistió el uniforme de la Policía Local en la provincia

  • De Villamartín, lleva 38 años en activo

La agente local dice sentirse 'profeta en su tierra' por el cariño y el respeto que recibe de los habitantes de Villamartín.

La agente local dice sentirse 'profeta en su tierra' por el cariño y el respeto que recibe de los habitantes de Villamartín. / ramón aguilar

A Remedios García Palma la rebautizaron los vecinos de Villamartín hace 38 años. Fue en el mismo momento que se puso un uniforme. Desde entonces, Remedios es 'Reme, la municipala', la primera mujer en la provincia gaditana que vistió un uniforme de la Policía Local, ingresando en este cuerpo el 5 de agosto de 1980 y siguiendo aún en activo en la Jefatura de Villamartín, de la que no se ha movido hasta hoy. "Las primeras mujeres policía locales que nos incorporamos en aquella fecha fueron en Madrid, Córdoba y yo misma, en Villamartín", explica. A Reme no le fallan las cuentas. "He preguntado a lo largo de los años y he constatado que fui la primera en la provincia", asevera.

Reme se considera rompedora. Ingresó con 19 años en el cuerpo en una España, una Andalucía, una provincia y un pueblo cargados hace casi cuatro décadas de estereotipos y barreras. Pero ella los capeó. Tenía vocación desde niña y una convocatoria para unas oposiciones le brindó la oportunidad. Hasta entonces miraba las bases y ponían como requisito ser varón. Llegó su oportunidad en el año 1980, cuando ya no lo incluían.

Cuando empezó no había coches patrullas y las rondas se hacían en el pueblo andando

"Yo he sido profeta en mi tierra, Villamartín. Cuando entré en la Policía no había ni coches patrulla. Los servicios se hacían andando. Y, claro, era la atracción para los niños, los padres, los abuelos. Pero no he tenido problemas con la gente, me han querido y me han respetado", confiesa esta mujer de pelo rojo, que se adorna con pendientes con la figura de la Torre Eiffel. El primer uniforme que le encajaron a esta agente llevaba nada menos que un bolsito, una falda estrecha tipo tubo y unos zapatos negros de salón, con su taconcito alto incluido. "Vamos como pa' chillarme. ¿Que cómo me las apañaba? Pues me arremangaba la falda si había que salir pitando y corría con los tacones puestos. Lo que pasa es que antes no había las bullas y las cosas de hoy. Eran rondas más tranquilas. Ahora este pueblo es paso para muchas personas, con un hospital comarcal, con servicios mancomunados, institutos, comercios...", explica. Los primeros uniformes que recibió no eran prácticos pero, poco a poco, ella misma iba reclamando cómo debía ser su indumentaria. Hasta que llegó a la falda pantalón, su "signo de identidad", que viste cada día. "No me ha hecho falta ponerme un pantalón para demostrar que valgo lo mismo que mis compañeros", sentencia.

Y es que Reme, la municipala ("me encantan que me llamen así", reafirma) forma parte del imaginario local como lo pueden ser los juegos en la plaza de Villamartín. Podía reñir a algún niño como lo haría su madre si hacía una trastada al mobiliario o si no miraba a derecha e izquierda antes de cruzar una calle.

A lo largo de su dilatada carrera ha presenciado muchos casos. Mujer de sonrisa casi inmutable, se le desdibuja cuando recuerda episodios muy duros que le tocó vivir, como el asesinato de una persona conocida. "Han pasado 15 años y se me ponen los vellos de punta", dice, tomando aire. 'La niña', como la siguen llamando algunos compañeros en la Jefatura es la que se ocupa casi de todas las denuncias por maltrato machista. "Prefieren ver la cara de una mujer. Nos identifican más con su problema", apostilla. Es, junto con otro agente, la más veterana de una plantilla policial en la que no ha ingresado hasta la fecha ninguna otra mujer.

Madre de dos hijos , de 31 y 28 años, confiesa que para ella su trabajo es "sagrado", pese a que algún turno o festivo se le hicieran cuesta arriba durante la crianza. "Mi marido y mi familia me ayudaron. Pero mi hija me preguntó uno de los poquitos días que la puede llevar al cole que por qué no lo hacía más a menudo. Mi respuesta fueron dos lagrimones como dos melones de grandes", espeta.

Es una mujer también muy ligada a causas sociales en este municipio de unos 13.000 habitantes. "Mi marido me llama la de los casos difíciles. Que si me meto en la junta del Resucitado para que no se pierda esta procesión, que si Carnavales, que si el Belén Viviente, Romería…". Hablando de Carnavales, la trayectoria de la municipala da para anécdotas: "Me habían puesto con otro compañero en la seguridad del Carnaval en el pueblo. Como me gustan tanto, me acerqué un poco más y una mujer de fuera le dijo al marido: 'Mira Pepe, qué buen disfraz lleva esta mujer, hasta la pistola parece de verdad'. No quise sacarla del error, pero su cara fue un poema cuando vio que me acercaba al coche patrulla", ríe la primera policía municipal de la provincia.

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