Provincia de Cádiz

Zenet"Con nuestra música buscamos evocar un viaje al público"

Zenet"Con nuestra música buscamos evocar un viaje al público"

Zenet"Con nuestra música buscamos evocar un viaje al público"

La voz de Zenet es dulce y melódica, tanto al cantar como al hablar. Suelen decir de él que es "un género andante", y no les falta razón porque al malagueño Antonio Mellado (Zenet a secas) no se le puede clasificar en ningún género; swing, bossa nova, ritmos latinos, jazz... fluyen a través de sus canciones de forma natural. Ocho años de discos en solitario, pero muchos más a la espalda de recorrer carretera y escenarios con varios músicos se complementan con una carrera de actor que le ha convertido en una de esas caras reconocibles de nuestras pantallas. Zenet, junto con el escritor Javier Laguna, que se encarga de las letras, y el músico José Taboada, ha sabido crear un género en sí mismo que no es género, sino fusión de tantos. Este viernes visita, dentro de su gira, el Baluarte de la Candelaria.

-¿En qué piensa cuando compone?

-Nuestro trabajo de composición es a tres bandas, así que es una labor compartida. Lo que sí hacemos es someter a la canción a un proceso de jugueteo, como yo lo llamo, entre esos tres lados del triángulo, que son Javier Laguna, José Taboada, que es el que armoniza, porque yo no llego al punto de "ciencia musical" que domina él, y yo, que soy más de melodías, el "Paul McCartney" de esta historia. Cuando creo que hay una melodía determinada, intentamos encontrar cómo encajan todos los elementos, y a partir de ahí vamos sometiendo a la canción a un proceso creativo donde jugueteamos con ella y hacemos que se vista de Brasil, de Argentina, de muchas cosas diferentes.

-En su música siempre se mezclan varios géneros. ¿Qué busca con esa exploración de sonidos?

-La búsqueda es intentar no caer en los tópicos de nuestra propia cultura, por eso nos llaman "ladrones de géneros". Los que somos del sur hemos mamado una serie de géneros musicales determinados, y por eso a mí me gusta abrir un poco la mente e irme a otros para que la canción que sale tenga una serie de influencias que van a formar parte del sentido de la canción. Queremos que cuando alguien escuche una canción nuestra sienta y oiga un puñado de evocaciones, y por eso también intentamos que los instrumentos sean coprotagonistas de la voz. Me gusta pensar que cuando alguien escucha los primeros compases de una canción nuestra, si está escuchando una armónica o un violín, se está transportando a alguna parte incluso antes de que empiece la voz; lo que buscamos es un viaje.

-Le ponen la etiqueta de crooner, de jazz... Si tuviera que definirse, ¿cómo lo haría?

-Las etiquetas ayudan porque son referentes que tenemos todos; ves a un tipo con traje y una banda con trompetas y contrabajo y la referencia está muy clara. Pero la definición de crooner no encaja muy bien conmigo; dice que es un tipo con voz grave que hace suyos los temas de otros, y yo no encajo en ninguna de esas dos categorías. En ese sentido no existe una clasificación para lo que hago yo, y eso es positivo. Las tiendas no saben dónde ponernos.

-¿En qué se diferencia el último disco?

-Es el menos jazzero de mis discos. Mirando atrás hay un punto que considero muy maduro que es La menor explicación, en el que bebemos de las fuentes de Nueva Orleans, de los inicios del jazz, y todas las canciones tienen ese punto de los solos muy trompeteros, de la época de los 40 y 50... Nuestra discografía tiende siempre hacia el jazz porque es el lenguaje común que manejamos en el estudio, es el pegamento que lo une todo. En este disco sin embargo me he ido por otros derroteros, como la salsa, porque quería meterme en la armonía cubana; me he metido un poco también en el pop latino, en la canción Pura envidia. He ahondado también más en las raíces brasileñas, con Mil veces prefiero, que es una especie de bossa nova muy naïf... Pero se entiende que toda nuestra trayectoria y todo nuestro lenguaje se basa en el jazz, de ahí el Premio al mejor álbum.

-En todo el disco se respira un aire de "no pasa nada, todo va bien", de relativizar.

-También hay canciones dramáticas, que piden perdón, pero sí es verdad que en general hay mucho optimismo en él. Hasta la imagen del disco es blanca, y el anterior era una imagen saliendo de la negrura, con el humo del tabaco, muy de club, muy nocturno... y este disco sale del día, de habernos juntado los tres para componer a las 10 de la mañana, un disco más luminoso. No sé si el público capta el momento creativo en que se encuentra un artista; quiero pensar que sí, que al final se percibe.

-¿Qué tal la experiencia en Ecuador?

-Es un país fantástico y la gente está ávida por escuchar cosas que vienen de fuera. Tienen mucha curiosidad por toda la música que venga de otro lugar, y la verdad es que el tipo de música que hago encaja muy bien con su cultura. Como nosotros, tienen la cultura de la radiofórmula, pero te das cuenta, cuando haces una convocatoria en un teatro, de que hay mucha gente a la que le apetece otro tipo de música.

-¿Qué recuerdos tiene de sus visitas a Cádiz?

-Lo tengo en un rinconcito de mi corazón. Desde muy joven, con 14 ó 15 años, ya iba a Cádiz a "hacer el hippie", y luego íbamos muchos veranos con el grupo Sur S.A. y nos quedábamos 10 ó 15 días bañándonos en la playa y tocando cada día en un chiringuito diferente. Con la madurez es distinto. El Baluarte de la Candelaria es especial porque tiene un sonido potente y muy cristalino, así que lo espero como siempre con mucho cariño y mucha ilusión.

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