Provincia de Cádiz

El alcalde de Cádiz responde con acidez e ironía a las críticas de Monedero

  • Llega a tildarlo de 'malaje' y pide que no imite los modos y el acento de gaditanos y andaluces

Juan Carlos Monedero aplaude a González e Iglesias, en un acto partidista el pasado verano en Cádiz.

Juan Carlos Monedero aplaude a González e Iglesias, en un acto partidista el pasado verano en Cádiz. / joaquín hernández kiki

El alcalde de Cádiz, José María González, llevaba varios días sin querer hablar sobre su buscada polémica con Pablo Iglesias a cuenta del chalé que el secretario general y la portavoz parlamentaria de Podemos, Irene Montero, se han comprado en la 'Sierra Rica' de Madrid. Él fue el primero que el pasado viernes osó criticar, en alusiones muy directas, la decisión de los dos dirigentes de su partido sobre su hogar familiar, les reprochó no cumplir el código ético de Podemos, y afirmaba que él no quería dejar de vivir en su "piso de currante". Pero desde entonces había permanecido callado.

Ayer el alcalde estalló a su manera, después de que el día anterior Juan Carlos Monedero, dirigente podemita en barbecho, sin ningún cargo político en la formación izquierdista, reprochara a la corriente Izquierda Anticapitalista, (en la que milita González y que fue clave para que el bando de Iglesias afianzara su poder en la formación), sus críticas a la pareja madrileña, y les recordara que habían callado cuando "un alcalde suyo vende armas a la "dictadura de Arabia Saudí" (las corbetas que fabricará Navantia en San Fernando) y "cuando se condecora a una Virgen", en alusión a la medalla de la ciudad otorgada a la Patrona.

José María González ha reaccionado con lo que en el manual político se entiende como un claro 'golpe sobre la mesa', y ha enviado a Diario de Cádiz una carta abierta dirigida a Monedero, que reproducimos en estas mismas páginas y que es un ataque en toda regla a su destacado compañero de formación, con inusual dureza aunque con abundantes y bien distribuidas gotas de humor, retranca e ironía. En ella, para empezar, explica a Monedero lo que es un 'malaje' de manera que éste debe entender a la primera que se refiere a él mismo: "Todo con ange se puede respetar y comprender en nuestra tierra, pero con malaje nada", le dice, a la vez que le advierte de que a los andaluces "nos molesta como una ardentía que imiten nuestro acento". Se refiere a participaciones de Monedero en mítines en Andalucía.

La carta revela en el regidor un inesperado cambio de estilo en sus escritos, ahora más inclinado al lenguaje popular, impresión corroborada porque por primera vez desde que accedió a la alcaldía accede a firmar una colaboración en un medio con el apodo por el que es conocido en toda España y que hasta ahora parecía molestarle: sencillamente Kichi.

La singular nota destila también una cierta decepción quizá impostada, con su compañero de formación, al que llama con apelativos castizos como "compadre" y "primo". Al mismo tiempo reivindica el orgullo y la dura responsabilidad de ser alcalde, calificando como la menor de las cargas el hecho de soportar las críticas y descalificaciones en la prensa: "No me pesa que me hagan fotos literalmente con el culo al aire", dice, sino las situaciones de injusticia social que ha visto en la ciudad, referidas a capas desfavorecidas .

Resalta Kichi, que ahora se considera a sí mismo "primo del sur" de Monedero, el absurdo de pensar que pudiera tener "un arsenal en el Ayuntamiento o en mi casa de 40 metros cuadrados", y le recuerda que él no toma "decisiones sobre lo que fabrica Navantia", a la vez que le afea que intente ponerlo en un aprieto con ese asunto: "...que lo hagas tú, primo..." se lamenta.

La carta concluye con una explicación a por qué son tan "jartibles" con el tema de los domicilios: "Porque la gente está dispuesta a perdonarnos que nos equivoquemos en casi todo, que nos pasemos de rojos, que nos quedemos cortos... pero difícilmente nos van a perdonar que nos equivoquemos de bando". Es decir, que "diga lo que diga Ciudadanos, hay muchas Españas y nosotros nos debemos a la de la gente humilde".

¿Comprendes, primo?, se entiende que quiere decir con su final campechano el alcalde de Cádiz, como el que se dirige a un supuesto traidor que quizá no se ha dado cuenta de que lo es. Pero, por si acaso, le recuerda su veredicto, y además, que hablará cada vez que lo estime conveniente.

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