Provincia de Cádiz

Entre llantos y risas en Rota

  • La despedida del barco de la Armada española provoca lágrimas en los familiares y sonrisas ilusionadas en los militares que se embarcan en la Operación Atalanta

Los más de doscientos integrantes de la fragata Canarias dejan sus hogares y a sus familias para embarcarse en una misión contra la piratería en las aguas de Somalia. La fragata zarpó ayer desde la Base Naval de Rota acompañada de una unidad embarcada de dos helicópteros Sikorsky SH60B y de un equipo de Infantería de Marina.

En el acto de despedida, los componentes de la dotación pudieron disfrutar de sus últimos momentos en tierras españolas junto a sus seres queridos ya que, durante más de cuatro meses, estarán en las aguas del Golfo de Aden y Somalia con el fin de proteger al tráfico mercante y a los pesqueros que faenan en la zona de posibles ataques y secuestros piratas. La fragata Canarias se une así al compromiso adquirido por España, bajo la bandera de la Unión Europea, y es la encargada de relevar a la fragata Numancia, que había sido hasta ahora poseedora del mando en la zona.

La Operación Atalanta lleva ya un año de ejecución. Está compuesta por al menos cinco barcos que son relevados cada cuatro o cinco meses. En cada relevo se produce también un cambio de mando.

Numerosas familias se apiñaban en la Base Naval de Rota ayer por la mañana para desear suerte a sus respectivos padres, madres, hermanos, hermanas, hijos, hijas, amigos, amigas... que zarpaban en la nave. Entre la multitud, historias de todo tipo.

Tanto el padre como la madre de la pequeña Nicol son miembros de la dotación. El matrimonio formado por dos jóvenes procedentes de Ecuador deja en tierra a su única hija de tan sólo diez meses al cuidado de los abuelos. Las abuelas de la niña no podían esconder su pena y, pañuelo en mano, llenaban de besos a sus hijos. Nicol pasará un tiempo en Galicia, donde reside su familia por parte de madre, y luego la pequeña se trasladaría a Almería, con la familia de su padre. Mucha tristeza pero también mucha ilusión por realizar la misión. Los padres de Nicol exprimían al máximo el tiempo que pudieron pasar con ella antes de embarcar.

"Lleva once años pero una todavía no se acostumbra, cada vez que se va es como la primera", decía la madre de Jesús, un sargento de 30 años que forma también parte de la Operación Atalanta. "Cada vez que regresan de una misión tienen unos diez días de permiso y luego vuelven al trabajo", explicaba con cierta resignación la madre. El pasado mes de febrero fueron informados de la operación y los reclutaron para cumplirla. "Desde entonces llevamos preparándola, sobre todo durante el último mes y medio" explicaba el sargento Jesús.

Carmen y María son dos de las cuatro hermanas que despedían ayer por la mañana a su padre. La mayor no llegaba a los 10 años y la pequeña era aún un bebé. Las niñas gritaban con fuerza "¡adiós papá!" a la vez que movían los brazos en el aire para que su padre, desde la parte de arriba de la nave, las viera.

No cesaban los abrazos, las lágrimas y, a su vez, las sonrisas ilusionadas de los militares que, melancolías aparte, están convencidos de que van a estar muy bien. "¡Voy a estar a genial y voy a pasarlo estupendamente!" aseguraba una de los tripulantes a su familia.

A mediodía llegó la hora de zarpar y todos los integrantes de la operación regresaron disciplinadamente al barco y ocuparon sus puestos. El almirante Manuel Rebollo García, jefe del Estado Mayor de la Armada, junto con el almirante de la Flota, Juan Carlos Muñoz-Delgado, asistieron al evento y embarcaron a bordo para saludar a la dotación y a las unidades embarcadas. Tras el acto, bajaron de la nave para despedirse de ella. Una vez puesto todo en orden, la fragata Canarias zarpaba al son del característico toque de bocina.

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