José Carlos García-Gómez. biólogo marino

"La sardina se está desplazando al norte, como la caballa y el jurel"

  • El director del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla relaciona el aumento de la temperatura en el Estrecho con la pérdida de la especie pesquera

José Carlos García Gómez.

José Carlos García Gómez.

-¿es posible recuperar la vida bajo la bahía de Algeciras?

-La bahía de Algeciras es punto y aparte, pues la densidad de población, las obras de ingeniería civil y las fábricas en un arco geográfico tan pequeño han tenido gran incidencia ambiental, con cambios irreversibles en el medio físico. En el Proyecto de Investigación Biológica Bahía de Algeciras (1991-1995) identificamos cientos de especies marinas. Parte de la población local pensaba que estaba muerta y descubrimos que su corazón latía con fuerza. Ha pasado mucho tiempo y deberían hacerse controles periódicos en la columna de agua y en la biota fijada al suelo que, por no tener capacidad de huida, provee información relevante.

-Lleva más de treinta años buceando en el Estrecho, ¿cuál de todos los problemas es el peor para los ecosistemas?

-Tal vez, las aguas residuales de origen urbano, que aumentan en verano. Hay fármacos y drogas que llegan a través de la orina y las heces humanas, e hidrocarburos de aceites de coches emulsionados con detergentes, sustancias inmunodepresoras, es decir, que aunque no causen un daño directo al organismo pueden debilitarlo y hacerlo vulnerable a infecciones. No hay que olvidar la epidemia de morbillivirus (sarampión) en el Mediterráneo, que acabó con cientos de delfines listados en 1991. Los bifenilos ploriclorados, presente en agroquímicos, fueron los causantes.

-¿Qué es la espuma amarillenta que a veces nos deja el mar en la orilla?

-Hay muchas variantes, desde la que queda arribada como esponjas o algodones dulces hasta la casi líquida. El oleaje intenso en zonas de algas puede ser una causa. Otras espumas están compuestas de parafina destilada del petróleo y, en otros casos, tienen origen contaminantes de la industria o de residuos urbanos.

-Las aguas del Estrecho ya no son tan frías ni transparentes ¿sabe cuánto ha aumentado la temperatura y qué hay en la turbidez?

-El valor máximo es de 23,19ºC y se registró en julio de 2015. La turbidez en zonas antropizadas del litoral se debe a la carga orgánica de aguas residuales urbanas y a la productividad del fitoplancton que genera.

-Está estudiando el comportamiento de especies como la sardina, ¿se extingue o se va? Si fuera así, ¿la caballa, el boquerón y el atún serían las siguientes?

-Se ha certificado que la sardina, como el boquerón, jurel y caballa, tienden a desplazarse al norte buscando aguas más frías por el progresivo aumento de la temperatura del mar. Ya se habla de la subtropicalización del mar del Norte. Esto crea incertidumbre sobre los caladeros, pero si se regulan bien, como se ha hecho con la anchoa del Cantábrico, el problema desaparece. El atún rojo se ha recuperado con los cupos impuestos por la ICCAT. En 2017, las almadrabas andaluzas liberaron unos 20.000 atunes de más de 150 kilos de media.

-Dicen que en 2050 no quedarán individuos suficientes para mantener las poblaciones en los océanos.

-Estas cifras se manejan con mayor o menor rigor científico y a veces son demasiado generales, pero conviene tenerlas en cuenta porque no estamos haciendo las cosas bien y cada vez somos más en nuestro planeta. Hay que buscar la explotación sostenible como la acuicultura. La pérdida de especies tendría repercusión en el turismo. Repare en la economía que mueven las 'rutas del atún'. Se ha producido una sana competencia, ofreciéndose imaginativas formas de preparar el atún.

-¿Por qué nos debe preocupar la salud en el Estrecho?

-El Estrecho es el pulmón del Mediterráneo. El flujo continuo de agua superficial y profunda como oruga de tanque lo convierte en un punto caliente de biodiversidad mundial. Nos deben preocupar las zonas de calma poco ventiladas. Como decía Cernuda: "¿Quién podría vivir en la tierra si no fuera por el mar?". No solo por los recursos: los océanos actúan como termostato. Sin ellos las temperaturas durante el día y la noche devendrían, respectivamente, extraordinariamente altas y bajas.

-Los ecologistas acumulan fotos de cetáceos varados: colas retorcidas por las hélices, aletas sangrantes, cráteres cutáneos...

-Los delfines entran en conflicto por el espacio con grandes buques y embarcaciones de recreo. Sobrecoge verlos desbordados por las motos y embarcaciones. Es un área crítica, pues también se reproducen aquí. Es habitual observar juveniles y madres con neonatos. Todo nos lleva a insistir en implementar un plan de vigilancia que obligaría a controlar la calidad del agua en beneficio general.

-Pero, ¿cómo se puede limitar la navegación? ¿Tiene ideas?

-Hay procedimientos sencillos: disminuir de velocidad, aumentar la distancia mínima con ellos, balizar zonas sensibles de concentración de madres, crías y juveniles... Pero organizarlo bien, no sobre papeles que lo soportan todo.

-¿Cómo ha conseguido detectar los bioindicadores del cambio climático?

-En colaboración con los clubes de buceo del Campo de Gibraltar, especialmente con CIES Sub Algeciras, hemos desarrollado un método nuevo a partir de organismos sensibles que viven fijos al fondo. Monitorizando cuadrículas sobre rocas detectamos cambios y dimensionamos impactos locales y derivados del calentamiento global. Resulta útil, además, para detectar especies exóticas. En estas estaciones centinela hemos identificado al alga japonesa Rugulopterix okamurae.

-¿Tiene usted el tratamiento para curar el cáncer de pulmón del mar del Estrecho?

-Una buena planificación, legislación, vigilancia y educación ambiental. La investigación sobre los plásticos refleja el daño al ecosistema, no solo por la degradación lenta (más de 500 años) sino porque una vez degradados vierten al mar bisfenol A y derivados del estireno. Los transparentes son los más dañinos, pues pueden ser confundidos con animales del plancton, tanto en la fase adulta como larvaria. Los macroplásticos atoran el tubo digestivo y hacen lo propio en larvas de peces que ingieren microplásticos. Son motivos para actuar.

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