Rincones con encanto

Escenario de un desafío a la razón

  • Esta popularísima calle del Arenal recuperó en el año 2000 su primitivo nombre tras ser denominada Varflora durante cerca de siglo y medio

Real de la Carretería

Real de la Carretería

Atrás quedó la más sublime madrugada del orbe católico y amanece Viernes Santo. Es un día triste, Cristo anda entre canallas a la espera de que se cumpla la sentencia que redimirá a la Humanidad y vamos a introducirnos en un laberinto callejero que tiene a Real de la Carretería nuestro punto de atención. Cuando sea, más o menos, la hora en que Jesús dijo que todo se había consumado va a vivirse uno de esos milagros antinaturales geométricamente que tan a menudo se dan en esta magna ópera urbana que es la Semana Santa según Sevilla.

Se trata de la salida del misterio de la Carretería, un barco que lleva diez figuras a bordo en torno a Cristo crucificado al que flanquean Gestas y San Dimas, los dos ladrones que compartieron con Él el martirio. Además, María, San Juan, las tres Marías, José de Arimatea y Nicodemo. Calvario enorme y bien poblado que sorteará sin demasiadas complicaciones la puerta, pero que tendrá como obstáculo principal la fachada de enfrente.

Es una labor de artesanía que inspiró al Padre Cue para uno de los versos que componen su obra Cómo llora Sevilla. Se trata del dedicado a los capataces y que se titula ¿Padre, cómo ser capataz?. Versos que dicen los requisitos de un buen conductor de pasos. Ojos de águila en la cara / sentido de proporción / la voz como el agua clara / y los nervios en razón. Y es que sacar ese paso necesita de todas esas cualidades.

La denominación más antigua que se halla es la de Real de la Carretería, por ser la calle principal del barrio, hasta que en 1859 se le cambió por el de Varflora en memoria de Fernando Valderrama, franciscano fallecido en 1804 y autor de obras históricas y bibliográficas sevillanas que firmaba con el seudónimo de Fermín Arana de Varflora. En 1935 se acordó rotular la calle con el nombre completo, pero poco después se volvió al de Varflora, que ha estado vigente hasta el año 2000, cuando llegó al Consistorio la fiebre recuperadora de nombres antiguos para retomarse el primitivo de Real de la Carretería.

Calle de trazado irregular en los primeros tramos, incluso con un ángulo recto en el inicial, el más cercano a Arfe, y muy a pesar de los intentos de alineación diseñados en el Siglo XIX. Esas intentonas sólo fructificaron a partir de Rodo con un trazado recto y de mayor anchura hasta el final. Es, además, la antigua Varflora cuenca receptora de varios afluentes, léase calles. Por la acera de los impares desembocan en ella San Diego, Malhara, Aurora, Pavía y Rodo; por la derecha se abren Toneleros, Techada y Donoso Cortés para que la cruce Velarde. El nombre de la actual Techada se debe a que dicha calle discurría bajo el piso alto de una vivienda y así permaneció hasta que en los años 20 del pasado siglo fue liberada de dicha cubierta. Parece ser que hasta el Siglo XIX existía un callejón sin salida denominado Boquete y que en 1845 se incorporó al caserío.

La actividad predominante en esta calle, como en otras calles del barrio, ha sido la tonelería junto a unos almacenes que en el Siglo XIX se destinan, sobre todo, a la aceituna. Por esto, en 1910, el periódico sevillano El Liberal promueve una campaña en contra de estas actividades por lo que supone de ocupación indebida de la vía pública. En la actualidad, Real de la Carretería es lugar de residencia, aunque en el primer tramo existen varios bares que vuelven a concitar la presencia de personas que lo ocupan mayormente en horario nocturno.

Cuenta la tradición que alrededor de 1550 un tonelero llamado Pedro Luis encontró en una corriente de agua subterránea una imagen. Ese riachuelo bajo tierra no era otro que el arroyo Tagarete en su camino hacia el río. Dicen que una brillante luz dimanaba de dicha imagen. Era una imagen que se había ocultado durante la dominación musulmana y que, bajo la advocación de Virgen de la Luz, sería el origen de la hermandad de la Carretería.

En 1586 se constituyó esta Hermandad de la Carretería que tradicionalmente procesiona en este Viernes Santo para abrir la nómina de cofradías que hacen estación en la Santa Iglesia Catedral. Hermandad de enorme solera y de un indudable buen gusto que se refleja en la indumentaria. Túnicas y capirotes de terciopelo azul oscuro, de un azul que la voz popular personaliza definiéndolo como azul carretería. Y otro detalle del señorial linaje de la hermandad es su título: Pontificia y Real Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Salud, María Santísima de la Luz en el Sagrado Misterio de sus Tres Necesidades al pie de la Santa Cruz, San Francisco de Paula, Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad. Casi nada.

La angostura del lugar donde se halla la capilla hace que no sean muchos los agraciados que puedan contemplar la milagrosa salida del misterio. Pero merece la pena el esfuerzo de adentrarse por el laberinto que confluye en la antigua Varflora para acordarse de los versos de Ramón Cue cuando compruebe la destreza del capataz y los ímprobos esfuerzos de la gente de abajo. Luego, todo su discurrir es templado, como de manecillas del reloj de un tiempo parado, pero ésa es otra historia. Hoy tocaba diseccionar una calle que durante muchísimos años fue Varflora y que ahora se llama como al principio.

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