Toda la Semana Santa de Sevilla cabe en esa rampa que ayer conquistaron las niñas de la Borriquita y en esos escasos 10 minutos que tardó el Señor de la Sagrada Entrada en recorrerla. In ictu oculi. Todo empieza a consumarse. Es el principio del fin, que dirían los más místicos.

La salida de la Borriquita es un milagro que se produce cada año, porque resulta difícil de entender cómo ese caos organizado que se forma dentro de la iglesia del Salvador se transforma en una cofradía compuesta por niños -muchos de años aún en los carritos- que salen presurosa y perfectamente organizados cuando se abren las puertas del templo.

Un año más, el momento se convirtió para muchas personas en la primera cita de una Semana Santa que comenzaba a desperezarse. Los más jartibles llegaron presurosos del Porvenir tras comenzar allí su estación de penitencia que los llevará a no perderse ninguna de las 60 hermandades que salen hasta el próximo domingo.

No sólo las nazarenas de la Borriquita tomaron ayer esa rampa. Por primera vez la banda del Sol incorporaba mujeres en sus filas. La formación, que está celebrando su 35 aniversario, volvió a comenzar su Semana Santa con la ofrenda floral a Santa Ángela de la Cruz. Este año fueron las mujeres las encargadas de depositar el ramo.

La estación de penitencia la dedicaron a todos los niños de Sevilla, en especial a los enfermos. Ilusión fue derramando el paso de la Borriquita entre los más pequeños hasta que a media tarde se volvió a recoger en una abarrotada, otra vez, plaza del Salvador.