Atrás quedaban las gotas de lluvia de la noche anterior que habían impedido la tradicional primera Levantá. Por contra, el sol de la tarde abrigaba el patio de los Salesianos, donde minutos antes de la salida del cortejo todos: directiva, hebreos o costaleros apuraban los últimos momentos dando o recibiendo las últimas instrucciones.

Las facciones serias y los nervios por dentro: "se siente un nerviosismo y ese algo interior que difícilmente se puede explicar por la complejidad del tiempo. Esperemos que el tiempo nos respete y salga todo en condiciones como está previsto", señalaba Alberto Torres, capataz del paso de Misterio.

Su objetivo: ser los ojos de los cuarenta costaleros que, paso a paso, recorrerán las calles del centro de la ciudad. A la voz de "suerte, para arriba la gente buena", todos a una elevaron el paso para afrontar el desfile procesional, acompañado de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Rosario, de Brenes (Sevilla) y del repique de campanas.

El paso del Cristo montado en la borrica, adornado con flores rojas y moradas, lucía las imágenes recientemente restauradas de los evangelistas San Juan y San Mateo.

Un minucioso trabajo realizado por el equipo de restauración del Museo Municipal de la ciudad. Son dos de las cuatro imágenes que lleva el Misterio y que pertenecían a un antiguo paso, hoy perdido.

Tanto el paso del Cristo como el de la Virgen María Santísima de la Alegría, ésta adornada con flores blancas, lucían sendos crespones en recuerdo del que fuera hermano mayor, José Luis Marabot, fallecido hace unos meses, miembro de la familia cofrade al que se le rindió homenaje con los sones de la marcha fúnebre Hosanna in excelsis, a cargo de la Banda Sinfónica Amando Herrera, que acompañaba a la Virgen. "Nos vamos a la calle con la Reina de la Alegría", animó a su salida el capataz del paso de Palio.