Cristo de la Viga

Devoción con hechura eterna

  • La Hermandad del Cristo de la Viga paseó en un Lunes Santo más sus serenas y elegantes formas cofrades

Un Lunes Santo por la Catedral adquiere matices especiales gracias a la Hermandad del Cristo de la Viga, el crucificado que encuadran en el gótico y cuyas hechuras están profundamente clavadas en la memoria devocional de la ciudad.

Es la hermandad que cierra la jornada de procesiones en esta jornada, no en vano su recogida es de las más esperadas por las espectacularidad que le proporcionan las bengalas que se encienden en el reducto cuando el crucificado va subiendo las temibles cuestas que desembocan en las puertas principales del templo catedralicio.

La cofradía de elegante túnica nos volvió a enseñar en la calle la serenidad del Cristo

Esta talla de autor anónimo es el eje devocional de una cofradía que por causa de la imagen del Cristo se constituye en una estampa cofrade netamente jerezana cargada de serenidad y elegancia, desde la túnica de sus hermanos, de gran acierto cuando se eligieron el raso púrpura y el negro -muy a tono con el templo donde reside-, hasta la conformación de sus pasos. Si por delante, el Cristo de la Viga sencillamente impresiona con el complemento perfecto de una amplia variedad de flores y plantas en tonos verdes morados, y los cardos a los pies del Señor, que en su día ordenó monseñor Bellido Caro que ese detalle jamás se quitara de sus pies, completa la cofradía cerrando el cortejo Nuestra Señora del Socorro, un primor de dolorosa, centenaria en su creación y copatrona de la ciudad de Jerez.

En su paso de palio, que bordaron las hermanas de la hermandad, busca siempre el movimiento suave, el caminar adecuado y las formas idóneas para no distorsionar un conjunto en el que se trata de cuidar cada detalle, algo común en el resto de hermandades; pero la del Cristo de la Viga es una cofradía que transmite unas hechuras eternas que no varían con el paso del tiempo y que sigan así como una seña de identidad propia y genuina.

Ayer el tiempo fue bueno, no hubo amenaza de lluvia y el temible viento de levante que tanto sopló el domingo, se tomó ayer un respiro para hacerlo con menos fuerza, lo que hizo mas agradable la tarde y la noche. Eso hizo posible que la recogida de la cofradía, momento crucial para esta hermandad, tuviera todos los ingredientes que convierte el final de la estación de penitencia en una sucesión de estampas de gran valor y espectaculares, además de únicas. Ver aparecer y desaparecer al Cristo de la Viga de entre la humareda roja de las bengalas situadas en las barandas del reducto da a la imagen una fuerza inusitada pese al tremendo momento pasional que representa el 'Gótico doliente' de la Catedral.

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