los judios de san mateo

Elegancia renovada en el barrio de San Mateo

  • La hermandad del Desconsuelo estrenó ayer, por las calles de la ciudad, la restauración integral de su magnífico paso de misterio

El Martes Santo tiene una cita que muy pocos cofrades jerezanos pueden decir que no hayan vivido. Casi se podría asegurar que no se es cofrade si no ha visto a la hermandad del Desconsuelo salir de San Mateo. Esas largas filas de nazarenos -ayer fueron unos setecientos hermanos vistiendo la túnica- que van saliendo del histórico templo buscando la plaza del Mercado forma parte de la geografía sentimental de un cofrade que se precie.

En la tarde de ayer la cofradía lució uno de los grandes estrenos de la Semana Santa de este año de 2017. Su portentoso paso de misterio lució inmenso tras la restauración a la que ha sido sometido por Daniel Sánchez, restaurador artistas de Isla Cristina que aseguró ser un privilegiado por tener en sus manos esta obra cumbre de Manuel Guzmán Bejarano. El fulgor que irradiaba el dorado era solamente una antesala ante el rostro del Señor de las Penas, que mira al cielo con las manos atadas mientras que los conocidos 'bizco' y 'verruga' rematan la cruz en la que va a ser clavado el Hijo del Hombre.

En la trasera, los soldados se sortean la túnica del Señor en un misterio inmensamente bello. De proporciones y medidas ajustadas al más mínimo detalle. El paso recién restaurado lució un clásico en la cofradía en su exorno floral con cardos florecidos y relleno de siemprevivas. Todo muy campestre como gusta en la cofradía a la hora de ofrecer a todo Jerez este misterio sorprendente.

Tras el magnífico paso de misterio, nos sobrevino ese suspiro de belleza que es el palio del Desconsuelo. Rancio palio que creó escuela. Una raya que marcó un antes y un después que creó Juan Manuel Rodríguez Ojeda cuando decidió dar rienda suelta a su imaginación y le nació este gran palio para la cofradía de San Juan de la Palma. Un paso de palio que, por esos devenires de la historia, afortunadamente, lo disfrutamos en Jerez.

La Santísima Virgen lucía bellísima. Junto a San Juan que es otra de las obras cumbres de la cofradía. El exorno floral clásico donde las haya. Claveles blancos en esparragueras. Preciso y sin estorbar la magnífica orfebrería que acompaña a los bordados 'juanmanuelinos' de la Señora.

Avanzó por calle Justicia la cofradía para internarse en la calle Ancha, lugar en el que es posible verla casi entera desplegada. En todo su extensión y con todo su esplendor.

Así llegó a la carrera oficial para ir buscando la Catedral, donde cerca de novecientos cofrades, entre nazarenos, penitentes y costaleros, pudieron hacer estación de penitencia.

La vuelta fue de nuevo todo un alarde de costalería en su paso de misterio y de proporciones medidas en la del palio. Uno de los momentos más bellos del discurrir de la cofradía negriblanca por su barrio es la llegada a San Lucas, donde tradicionalmente los saeteros finalistas del concurso que organiza la pela La Buena Gente, hacen su particular oración cantada a los titulares. Y a continuación la sinuosa belleza de la calle Cabezas para llegar hasta el Mercado, ya próxima a su casa de San Mateo, donde esperaban un buen ramillete de saetas interpretadas desde el balcón de la casa de hermandad.

Entrada ya la madrugada del Miércoles Santo, la cofradía quedaba recogida. Una de las cofradías más bellas de la ciudad volvía a encandilar a todos. La hermandad del Desconsuelo. Una de las muchas riquezas que tiene esta ciudad de Jerez.

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