La amargura

Marea azul y blanca en los Descalzos

  • Muchísimos detalles y gran ambiente cofradiero marcan el recorrido de la corporación

S I el Miércoles Santo, pasadas las 17,30 de la tarde, decides andar por el Villamarta, dirección Medina, podrás comprobar como ésta se tiñe de capirotes de terciopelo azul. Da igual el año. Cada Miércoles Santo, a la misma hora, fieles a su cita, ahí está la Hermandad de la Amargura. Ayer no iba a ser para menos.

La Parroquia de los Descalzos se abría de par en par, dejando pasar a su extenso cortejo -uno de los de mayor número de nuestra Semana Santa- y dejando escapar lejanos sonidos provenientes de la voz del capataz más añejo de nuestra ciudad. Francisco Yesa Ruiz, a los mandos de la cofradía, comenzaba a dirigir a sus costaleros hasta el dintel de la puerta. Plantado ante Jerez, el misterio de Jesús de la Flagelación comenzaba a andar, con esa suavidad que le caracteriza y esos aires de clasicismo.

Los actos en honor de la Amargura en la calle Mora cada vez concentran más gente

En una primera 'revirá' eterna, buscando encarar la calle Medina, Jesús, Flagelado por una de las obras de Ramón Chaveli, emprendió unos andares largos y acompasados, maravillosos, para dejar paso a su madre, que ansiaba ver los primeros rayos de sol de este Miércoles Santo.

Efectivamente, no pasaron muchos minutos para que la Amargura se dejase ver. Si el misterio de la Flagelación es el de más longitud de la ciudad, el palio no iba a ser menos. El altar de la Amargura es el palio de mayor dimensión de Jerez, con ese color azul pavo real aterciopelado tan característico y con un bordado acabado por el Convento Jerezano de las Madres Carmelitas. Tras la salida extraordinaria de este palio en el pasado mes de diciembre, la espera para volver a la Amargura se hizo más amena, aunque el disfrute fue el mismo.

Una cofradía que ponía rumbo a la Santa Iglesia Catedral con total normalidad, aunque antes debían cruzar una calle especial, la calle Naranjas. Especial porque la Amargura obró un milagro en una de sus casas. Allí, en el año 1949, se encontraba un niño muy enfermo y tras el paso de la Virgen se curó milagrosamente. Por ello, cada año, la cofradía pasa por delante de esa casa, recordando de lo que es capaz la Amargura. Y es que, la Amargura es Jerez y Jerez es la Amargura. No se entienden el uno sin el otro. Los pétalos volaron desde el número 6 de la calle Mora mientras a la Virgen se le dedicaban piezas de 'Bel canto'. Maribel Ortega, soprano, cantó la pieza 'O Iesus me', mientras que Lola Vega cantó la plegaria de Antonio Gallardo a la Amargura. Al piano, en ambos casos, estuvo el organizador, José Zarzana.

Solo basta con acercarse al tramo de vuelta de la cofradía por la Corredera, llegando a la remodelada plaza de las Angustias. Sin lugar a dudas, uno de los momentos mágicos de la Semana Santa jerezana sucede aquí cada Miércoles Santo. Jesús Flagelado, ante la oscuridad de la noche y ante la multitud que se resiente a perderse un momento así, camina al compás de la banda de cornetas y tambores de Jesús Nazareno de Huelva.

Si existía alguna duda acerca de si la magia existe, ayer se despejaron de todos los presentes en las Angustias. Llegaba la Amargura y se paró el tiempo. Solo se escuchaban los sones de la banda de música Julián Cerdán y las bambalinas al compás de la marcha. Qué forma de hacer sentir. Qué momento nos regalaste, Amargura.

De esta forma, la Hermandad pudo concluir su camino en los Descalzos minutos más tarde, llegando a la hora prevista y con la satisfacción de haber realizado las cosas bien hechas un año más.

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