Diario de Pasión

El Miércoles más esperado por todos

  • Junto a besamanos, cultos y distintas celebraciones de la imposición de las Cenizas, la Iglesia invita a todo el pueblo cristiano a reflexionar sobre la conversión

Llegamos al miércoles más anhelado por todos los cofrades. La jornada de las Cenizas representa el pórtico de entrada un tiempo de cuarenta días previos a Semana Santa, eje para muchos jerezanos y referente en el que se trabaja y se entrega, incluso, hasta una parte de la vida.

Un Miércoles de Ceniza en el que muchos abrirán las ventanas para ver el cielo y contar las nubes si las hay. Pues conocido es el dicho -pocas veces se cumple- en el que se dice que este día marca la meteorología de la Semana Santa. Si llueve hoy tendremos Semana Santa con precipitaciones. Sin embargo, se recuerdan muchos años de días como el de hoy con sol y moscas mientras que, cuando llegaban los días del triduo pascual, se desataba una guerra de estratos en las alturas que torcían los días de procesiones.

Miércoles de Ceniza de la espera. Día que marca el comienzo de un todo mientras que para muchos es jornada de pesadumbre porque ya ven luz resucitadora del final de un sueño.

Es una jornada de visitas que se convierten en costumbre. Besamanos en San Miguel, San Francisco o el santuario diocesano de San Lucas. De visita a las imágenes de la devoción de cada cofrades. Las vírgenes ya comienzan a vestirse de hebreas y en muchas casas, hoy, de una manera moderada por aquello del ayuno, se dejará caer una buena taza de arroz con leche con alguna torrija.

Pero si se acude a las enseñanzas que nos ofrece la Iglesia, habría que destacar que esta jornada es netamente de penitencia y reflexión. Las iglesias hoy estarán llenas de fieles que acuden a que se les imponga la ceniza mientras que los sacerdotes aseveran aquello de "conviértete y cree en el Evangelio".

Se trata de un día de ayuno y abstinencia. Una jornada de entrega a los más necesitados a través de la limosna y, sobremanera, una jornada de oración. Por tanto, nada recobraría sentido, ni palios ni canastos situados en las naves laterales de las iglesias, si el cofrade, el cristiano, no asume el marco al que le invita hoy la Iglesia. Un día de recogimiento y de reflexión, de evaluación y medida en la que el cristiano se encuentra, y de preparación para cuarenta días que nos conducirán a la Resurrección de Cristo.

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