La Cena

Sinfonía para los sentidos

  • La Cena fue ayer la hermandad que siguió elevando la categoría cofrade de Jerez sólo con ser ella misma

Lunes Santo en San Marcos es decir Jerez cofrade con mayúsculas. La armonía de sensaciones nos lleva a concluir la grandeza de este espacio, de este momento, de este lugar y de esta hermandad que vivió su día con la plenitud acostumbrada y con el seguimiento popular que la caracteriza. Mencionar a la Cena en la Semana Santa nos conduce de forma inexorable a paladear instantes y momentos de gran belleza emocional y plástica, gracias a la riqueza artística de lo que se muestra en las calles, como en la sabiduría de una hermandad que marca estilo tanto en su orden entre nazarenos como en el caminar de sus pasos. Este año se ha conseguido mejorar la bulla de la salida gracias al vallado que colocó la hermandad dejando libre el camino para el paso de la cofradía, lo que permitió trabajar a cuadrillas y celadores. También antes de salir el obispo José Mazuelos entregó la medalla de oro de la Hermandad a Manuel Muñoz Natera y se homenajeó a la banda de La Estrella por sus muchos años de fidelidad y de sintonía perfecta con el misterio al que pone su música. Es en lo costalero donde se pone el punto y aparte, especialmente en las formas del misterio, una referencia en su estilo madurado a fuerza de sabiduría en la trabajadera y en el llamador. En una sincronía de izquierdos y costeros acompasados con la música de la Agrupación de la Estrella, con la que se pone de evidencia una absoluta complicidad que tiene como resultado transmitir al que ve el grandioso misterio como una partitura de movimientos inherentes a la acostumbrada estampa de la Cena en las calles. Entre naranjos y con las apreturas que implica la muchedumbre que rodea San Marcos, la salida ya señala la primera de las escenas de una obra que se desarrolló sin pausa hasta la noche. Pero a esa hora de la tarde, el sol afortunadamente fue fiel compañero de todo lo que sucedió junto con el fuerte viento que no quiso perderse la tarde. Fue una salida trabajada a partes iguales entre la banda y la cuadrilla para provocar una magia especial en la que es de admiración la forma en que se lanza al exterior el misterio. Toda una declaración de principios de que la Cena es diferente y especial. No se improvisa y todo se mide para que no quepa la flaqueza o la relajación. Bien conocen ese concepto la ‘gente de abajo’ que saben que su capataz siempre busca la perfección. Y es una hermandad con tirón, que admira a pequeños y grandes pero sobre todo a una juventud que da certeza acerca de que esto tiene futuro. Bastaba mirar alrededor para comprobar que el buen gusto no tiene edad. Que se sabe apreciar lo bueno y lo bueno se busca y se paladea. Del mismo modo que ver el palio de La Paz no deja indiferente por su belleza y por la armonía que transmite. Cuando está en movimiento deja que se aprecie la gracia con la que fue concebido a la vez que la solemnidad que derrama, con el trabajo desde el llamador de Miguel Ángel Jaén, que sigue buscando el aire más acertado para que tanta belleza no se vea turbada.

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