viernes santo · La crónica

Tarde gloriosa y noche aciaga

  • La jornada prometía pero a las 23 horas un chaparrón aguó el epílogo de la Semana Santa, afectando a las cinco cofradías

H ASTA que llegaron las once de la noche, que cayó un pequeño chaparrón que desbarató todo, el Viernes Santo estuvo dentro de la normalidad. Fue uno de esos días puramente primaverales con abundantes nubes en las horas de la tarde y con la inquietud de que no se tenía toda la seguridad de que pudiera aparecer la lluvia, como sí lo hizo. Día de frío y de mucho viento que a priori no daba la sensación de que empeoraría tan pronto. Pero no pudo ser. Las hermandades, todas en la calle, reaccionaron buscando refugio o volviendo a su casa con mucha premura.

El frío y al final la lluvia pudieron con el público que dejó la Carrera Oficial al caer la nocheEl obispo, la corporación y una veintena de hermandades fueron al Santo Entierro

La Exaltación, que estaba en Tornería, entró en la iglesia de Santo Domingo y allí se quedó hasta la vuelta de hoy. El Loreto aceleró al máximo y entró en San Pedro con bastante premura; el Cristo, que estaba ya de regreso, recortó recorrido y se recogió en San Francisco. La Soledad dio marcha atrás en Carrera Oficial y a paso de lluvia llegó hasta la Victoria. Finalmente, el Santo Entierro se quedó en la Catedral hasta su regreso de hoy.

Eso fue lo que pasó a las once de la noche, anticipando los pronósticos del tiempo que se manejaban y que daba un empeoramiento para mucho más tarde. Antes, la tarde, aunque fría, invitaba a echarse a la calle a disfrutar del Viernes Santo. La primera del día, la de La Exaltación, salía con todo su carisma de barrio y paradójicamente, con un cielo totalmente celeste.

Un gesto precioso fue el de la Hermandad del Cristo de la Expiración que invitaba a los nazarenos de la Yedra, hermandad que no llegó a salir en la Madrugada, que quisieran formar parte de su cortejo, lo hicieran. Una decena aproximadamente atendió a la llamada de la cofradía de San Telmo, que con toda probabilidad fue su último año en el templo franciscano ya que para junio esperan volver a ocupar la ermita tras las importantes obras de restauración que casi han concluido. También, cumpliendo con una ancestral tradición, nazarenos de Jesús salieron en La Piedad y Cristo de la Expiración.

Fue una tarde de trajes oscuros y corbatas negras. Es el Viernes Santo y así lo manda la tradición. Es el día de la muerte del Señor. Después de una Madrugada que fue la Noche de Jesús más que nunca, la tarde llenó las calles y las salidas de las hermandades. Había ganas, muchas, de apurar los últimos momentos de las procesiones de 2018. Seguimos y seguiremos acabando en el viernes, sin Sábado Santo, hasta que el obispo diocesano quiera.

El enorme 'barco' de la Exaltación cada año anda mejor y su complicidad con la banda de la Sentencia engrandece aún más su presencia en la calle, un paso precioso que relució con el sol de la tarde gracias a su dorado espléndido. Fue la jornada de dos dolorosas 'coronadas', la del Valle y la Concepción. Preciosas ambas en sus palios con gran ambiente en torno a ellas y con ese halo especial que le proporciona ser imágenes ungidas con ese reconocimiento canónico. Fue tarde también de bandas jerezanas: Sentencia en Las Viñas, San Juan en el Cristo y Cristo de la Caridad en el Descendimiento. Todas a muy elevado nivel. Se notaban las horas de ensayos y las ganas de hacerlo muy bien.

Como estreno más destacado, la recuperación del paso del Descendimiento. Maravilloso cómo se ve ahora con su oro añejo recuperado y con las pequeñas tallas de Bru, en cartelas y canastilla, sacadas de la oscuridad de forma excelente, como las concibió el genio sanrroqueño.

La Dolorosa más Dolorosa jerezana, La Soledad, fue preciosa de flores, andando de forma sublime, como es habitual en este palio, con ese aire tan especial que rodea a la Virgen del clavo en la mano.

No ha sido la primera vez que oímos el himno nacional al llegar un paso al palquillo. Pasó con el Cristo que con sus formas de toda la vida fue navegando por calles y plazas.

El obispo, delante de la urna, y la alcaldesa, concejales del PSOE, Ciudadanos y PP, junto al Colegio de Abogados, detrás del paso, fueron las representaciones máximas civiles y religiosas en el Santo Entierro así como la presencia corporativa de una veintena de hermandades. La urna, solemne y precedida por dieciocho ciriales, llevó música fúnebre interpretada por la banda municipal de Ubrique. La del Calvario cerró el paso por Carrera Oficial.

Entre tanto, el silencio solemne de Loreto pasaba de puntillas con la sonoridad e invitación a la oración de la capilla coral y musical. Esta hermandad está pidiendo el nuevo paso que está en proyecto de forma urgente para completar su renovada estética.

El manto de La Piedad puso la última y sublime estampa de esta Semana Santa. Fue el adiós elegante y excelsa de esta Dolorosa que nos sigue regalando, afortunadamente una instantánea maravillosa, perdida en los tiempos cofrades, que en este año tiene un hito con los tres siglos que se cumplen de la bendición de tan admirable imagen.

Así transcurrió un Viernes Santo agridulce e inesperado en su epílogo, que pese a no seguir la estela de la Madrugada, que excepto por Jesús Nazareno, no pudo ser. Fue también el final de una Semana Santa para las hermandades penitenciales, que si no ha sido para enmarcar, sí ha tenido grandes luces y las sombras de casi siempre.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios