El Consuelo

Un año viviendo en El Pelirón

  • Un tramo de nazarenos de la hermandad de La Clemencia formó parte del cortejo del Consuelo

Hace un año contábamos que esta hermandad empezaba una andadura, ya definitiva, en el lugar donde tuvo sus orígenes, en la barriada de El Pelirón y en la pequeña capilla que construyó a marchas forzadas para hacer realidad  ese día histórico. Han pasado más de 365 días y en ese periodo de tiempo la hermandad ha trabajado para hacerse presente en la vida de El Pelirón. Si embargo ese cambio de sede no ha supuesto variaciones en el estilo de la hermandad, de corte clásico, fúnebre y rigurosa en su presencia en la calle con la Virgen del Consuelo como santo y seña de su advocación mariana. Así fue ayer en una tarde que permitió la salida de la cofradía con el guión que esta corporación tiene establecido y que repite anualmente a modo de  norma inflexible y que da carácter a la misma. El cortejo bien formado y elegante, a lo que ayudan las preciosas túnicas que visten los hermanos en la que el escapulario es su elemento característico. No cabe duda que por allí se sabe de cofradía y de cómo hacer las cosas a base no sólo de trabajo y de tesón, también en cómo echarse a la calle con solvencia. Y de clase también van sobrados. Así, tuvieron el gran detalle de invitar a una representación de    hermanos de la Clemencia, que no pudieron procesionar en la tarde del Martes Santo, y que figuraron en uno de los tramos del cortejo.  Mater Mea fue un año más la composición musical  emblema de lo que es poner en la calle el atractivo único paso de Nuestra Señora del Consuelo, que en su recogida siempre se deja mecer con la armonía de Soleá dame la mano.   Anda siempre de frente, con chicotás marcada sen tiempo por la composición musical que suena, este año con los instrumentos de la banda del Nazareno de Rota, de buena calidad y muy cofrade como se puede percibir cada Viernes Santo en la Soledad. El repertorio siempre fúnebre con composiciones que llaman al recogimiento del mismo modo que el tambor destemplado que señala el caminar del paso. En la capilla, al fondo  quedó el Señor del Amparo ¿hasta cuándo?

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