La Defensión

La espiritual sobriedad que llega de la calle Sevilla

  • El misterio lució por las calles 3.100 tallos de iris morados y el de palio, la insignia de la maternidad divina, que es única en Andalucía

AÚN resuenan los ecos de la Agrupación Musical de la Salud (más conocida como 'Los Gitanos') de Sevilla, que acompaña a La Clemencia, cuando ya hace tiempo que los aledaños del Convento de Capuchinos las campanas tañen a difuntos. Con un considerable gentío presente, las puertas del moderno y funcional templo de la calle Sevilla se abren dando paso a cuatro servidores, dos con faroles al estilo de los que portaban los cartujos y otros dos con símbolos de las órdenes con las que está hermanada esta corporación: la vara de amonestaciones de los cartujos y la Tau franciscana. Tras ellos, la cruz de guía arbórea que tallara Francisco Pinto a partir de las vigas del antiguo cenobio capuchino, con la novedad en el presente año de llevar la reliquia del Lignum Crucis en un relicario de plata de ley realizado a tal efecto por el orfebre sevillano Jesús Domínguez.

El canto gregoriano se intuye en un templo donde el cortejo, tras la preceptiva celebración de la Eucaristía y la adoración al Santísimo, comienza a avanzar perfectamente formando una elegante fila de nazarenos, que este año alcanza el número de doscientos, y las representaciones del Ejército y las Fuerzas de Seguridad del Estado, marcando en la calle su acentuado carácter castrense.

Tras ellos, el paso del Cristo de los cuatro clavos, el imponente crucificado que tallara José Esteve Bonet, sobre un monte 3.100 tallos de iris morados. A las órdenes de Francisco Javier Franco, 33 hombres se disponen para mostrar a Jerez que hay alguien que los puede defender de todo mal, siguiendo una de las más hermosas tradiciones del Antiguo Testamento, la del go'el, el defensor tras el Señor de la Defensión, un palio de respeto de estreno y la banda de cornetas y tambores de la Centuria Romana de la Macarena.

Digna de reseñar por su originalidad (no se conocen atributos de este tipo ni en Jerez ni en Sevilla) es la insignia de la maternidad divina de María, que se estrena este año, bordada en oro fino sobre damasco de seda color carmesí por el portuense David Calleja.

Una vez que comienza el Cristo a perderse entre las palmeras del bulevar de calle Sevilla y el Mamelón, y tras un cortejo de nazarenos al que el ruán morado confiere una nota sobria y penitencial, pero elegante a su vez, hace acto de aparición la hermosísima dolorosa tallada por Luis Álvarez Duarte, con un exorno floral a base de clavel blanco, fresias y rosas en la delantera, en su palio, obra del cordobés Antonio Villar sobre diseño del capuchino Fray Ricardo de Córdoba.

La hermandad de La Defensión volvió, como cada año, a transmitir en la calle un carácter de cofradía sobria, penitencial, con tintes clásicos a pesar de su relativa juventud (57 años la contemplan). En definitiva, una estación de penitencia que, especialmente en momentos de estrecheces como Carpintería Baja, Tornería o Gaitán sigue teniendo una personalidad propia y arrolladora.

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