cristo del amor

La penitencia blanca que brota por San Juan

  • ¿Cuánto queda para que los dos pasos pasen a ser tres?, se preguntan los cofrades

Blancos, muy blancos, pero sobre todo derrochando esa elegancia que nace de la sobriedad, los nazarenos van avanzando poco a poco por las estrechas calles de la collación de San Juan, junto al histórico templo donde en 1285 los caballeros de la ciudad firmaron con sangre de sus venas una petición de ayuda al Rey Sancho ante las embestidas del moros. Quince minutos faltaban para las seis de la tarde cuando se abrieron las puertas de la coqueta capilla que bendijera el bueno de Don Rafael Bellido, con gente, mucha gente, que buscaba un resquicio de sombra que hiciesen más llevadera la alta temperatura (¡bendito tiempo!) que hacía a esa hora de la tarde.

Tras la primera comitiva, abandona el refugio de su templo el paso de Nuestro Padre Jesús Cautivo, la imagen que tallara Eslava y ante quien se posan, lunes tras lunes, los ruegos, plegarias y promesas de todo Jerez. A las órdenes de Jacinto Gutiérrez y David Grilo, treinta costaleros portan las andas, sobre un remodelado monte de variadas flores silvestres, y con la continuación del dorado de estas andas, acompañados por la Agrupación Musical San Juan, históricamente vinculada a esta corporación. No es únicamente esto lo que corporación joánica estrena este año: también procesiona por vez primera un llamador, regalo de la cuadrilla al paso del Señor Cautivo.

Los tambores y cornetas de La Merced de Huelva vovieron a gustar, y mucho

Con parsimonia y elegancia, con recogimiento e infinita fe, el cortejo busca el barrio de Santiago y la Carrera Oficial, mientras los aplausos acompañan la salida procesional del bellísimo paso del Santísimo Cristo del Amor, cuyo dorado ha sido restaurado recientemente. A la voz de Manuel Jaén, cuarenta costaleros inician su estación penitencial a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de la Merced de Huelva (¡cómo suenan, oiga, cómo suenan!) como perfecto acompañamiento musical. Las miradas cómplices de la muchedumbre se concentran en la imagen del Señor, que estrena unas potencias donadas por un grupo de hermanos) y en la Dolorosa de los Remedios, quizás los ojos más hermosos de toda la imaginería jerezana, sublime dentro del conjunto escultórico de este misterio. Quizás los hermanos más veteranos recuerden al mirarla aquel palio que un maldito rayo fulminó y que, desde aquí lazamos como sugerencia, podría retomarse algún día, ¿no?

Tras una excepcional estación de penitencia, plena de emociones y recogimiento cofrade, la Hermandad vive clásicos momentos tras dejar atrás el primer templo de la ciudad: la plaza de Peones, la estrechez de Carpintería Baja o la parada ante la Basílica del Carmen, donde las saetas rasgan el aire hechas oración, son perfectos escenarios de la vuelta del blanco cortejo joánico a su Capilla.

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