ASÍ SE CUMPLIMENTA UNA DE LAS TRADICIONES MÁS JEREZANAS DE LA SEMANA MAYOR

El prendi ya tiene olivo

  • Una excursión con los cofrades de Santiago hasta la finca donde buscan, eligen y cortan el árbol más comentado de toda la Semana Santa de Jerez, una verdadera liturgia que se repite todos los años

Nueve y media de la mañana del Lunes Santo en la calle Taxdirt. Sentados en un banco, delante del asilo de San José, una heterogénea cuadrilla espera al último de sus miembros para emprender camino hacia Torremelgarejo. Todos son hermanos, hijos de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento, el vecino más antiguo del barrio de Santiago. En sus manos está el buscar, elegir y traer para Jerez el olivo que todos los años luce en la trasera de su paso de misterio.

Encabeza el grupo el tío Realo, 85 años a sus espaldas y toda una institución. Se podría decir que el único que le hace sombra en el barrio es el mismo Prendi. Le flaquean las fuerzas y dice que apenas ve, pero le sobra experiencia. No obstante, durante muchos años ha sido él el que se encargaba de elegir el árbol. Cuenta que se perdía por el monte y que era el mismo Prendimiento el que le decía "Realo, ese es mi olivo".

Llega José Miguel Fernández Souto, el último que faltaba por llegar. Durante años perteneció a la Junta de Gobierno del Prendimiento como mayordomo y también tiene a sus espaldas muchos años cogiendo el olivo.

Sin más, nos ponemos en marcha. El grupo lo forman, además de los mencionados, Javier Soria, hermano mayor del Prendimiento, Carmelo Álvarez, el mayordomo, Pepe Caballero, Andrés Florido, Realito y Antonio Aguilera, entre otros.

Vamos camino de Torremelgarejo, a la finca propiedad de los herederos de doña Petra Domecq de la Riva. Allí hace ya quince años que los hermanos del Prendi cogen su olivo. En el coche nos acompaña José Miguel, que nos explica las características que tiene que tener este árbol. El tronco debe tener, como mínimo, 1,72 metros, que es lo que mide San Pedro, el apóstol que se coloca justo debajo. A partir de ahí, explica José Miguel que el olivo "tiene que tener una altura de hoja que sea dócil", para que pueda ceder por calles tan estrechas como Carpintería Baja o Tornería. Sin embargo, afirma que, lamentablemente, estas características -que sea bonito y alto-, "son muy difíciles de encontrar en el campo, porque un olivo es lo más natural que hay, no estamos hablando de un naranjo que más o menos lo puedes adaptar. Es una cosa muy complicada, pero dentro de todo eso, nos adaptamos al olivo que mejor encaja, porque en el cajillo donde se introduce tienen que entrar 55 centímetros y el olivo en total tiene que tener sobre 3 metros de alto".

El olivo viene a pesar todos los años, mínimo, unos 400 kilos, según estima Miguel. "Los costaleros nos suelen decir que no nos pasemos con el olivo, pero luego son los primeros en 'ronear' de árbol", señala, aunque indica que no es tanto el peso del árbol como el cimbreo que tiene, "que es lo que verdaderamente hace que te parta los riñones".

Miguel también destaca la expectación que causa el árbol entre los jerezanos. "La identidad del paso del Prendimiento es el olivo. El nuestro -presume- es muy característico y en toda Andalucía nadie lleva uno como el que nosotros llevamos y eso a la gente de Jerez le gusta, siempre se comenta, siempre se preguntan cómo será de grande, qué llevará..." Y es que, no sólo es el árbol en sí, sino todo lo que lo completa. "El año pasado cogimos un olivo que tenía un nido vacío. Lo dejamos ahí y le pusimos dos gorriones de estos de las tiendas de 20 duros. Fue muy comentado ese detalle, al igual que el de los caracoles. Pusimos cabrillas en el monte que lleva debajo".

Llegamos a la finca. Allí nos espera Pacheco a bordo de la grúa, cedida por otro hermano, Fernando Romero. En teoría vamos a tiro hecho, porque el árbol ya se eligió hace unos días, tras otra visita previa. Sin embargo, siempre hay tiempo para un último vistazo. El problema de este año es que los olivos, por cuestión del levante, han bajado un poco en frondosidad.

Tras caminar un poco damos con el árbol en cuestión. Una bolsa de basura azul atada a una rama señala que es el elegido. Al tío Realo, sin embargo, no le hace mucha gracia. Lo ve muy bajo. Eso hace que el grupo se lo piense y se empiece a buscar otro ejemplar que reúna las características.

Javier Soria y Carmelo Álvarez encuentran uno. Cumple las medidas de altura, el tronco es recto, con lo cual entraría perfectamente en el cajillo, y además tiene una copa bonita. Sin embargo, Miguel no lo ve claro. "Las ramas son demasiado gordas. No se doblarían". Ahí reside la complejidad de encontrar el árbol perfecto. "Lo puedes ver bonito de copa, pero luego puede ser bajo de tronco, o al revés, o las ramas pueden ser demasiado gordas..." Carmelo sigue pensando que el árbol puede ser el idóneo. "Como te lleves este, sales escoltado", le dice Miguel. A seguir buscando.

Tras buscar otro poco más encontramos el árbol perfecto. Este sí reúne todas las condiciones. Tío Realo, sin embargo, sigue sin tenerlo claro porque piensa que le falta altura. Realito, su nieto, que lo ha ojeado, le dice que "de tronco está perfecto, lo que pasa es que hay que limpiarlo por abajo". Andrés le propone otra opción. "Te quedas aquí hasta el año que viene, lo cuidas, lo riegas y entonces lo cortamos".

Comienza ahora el verdadero trabajo. Pacheco trae el tractor. Antonio Aguilera intenta encender la motosierra, pero sin éxito. "¿Le faltará gasolina?", se pregunta. "Échale Tío Pepe", le responde con arte Realo. Resulta que Antonio quería encenderlo con el botón de 'off' puesto. Risa general y manos a la obra. Tras atar el árbol, Realito se sube en la pala del tractor, que lo eleva para poder maniobrar mejor desde las alturas. Miguel y Carmelo sujetan el árbol y Andrés, motosierra en mano, empieza a cortar desde la base. El tronco cede, pero ahora hay que sujetarlo bien para no dañar la copa. Javier Soria pide a los suyos precaución con las ramas.

Llega el coche con el remolque. Para que no se dañe el tronco, acolchamos el suelo con ramas que luego servirán para cubrir la mesa del paso de misterio. El árbol, que está colgado de la excavadora se suelta y le pega un latigazo en el cuello a Andrés, aunque sin mayores consecuencias.

Atamos bien el árbol en el remolque. "Que no nos pase lo del año pasado, que se nos cayó el olivo en medio de la carretera", comenta Javier Soria.

Y mientras unos cortan varias ramas de otros olivos, que servirán para hacer más frondosa la copa de nuestro árbol, los demás toman el pertinente refrigerio. Fino, oloroso, cerveza, chicharrones y croquetas. Tío Realo canta mientras se toma una copa. El viento y la lluvia hacen acto de aparición. "Lo que hace falta es que después de esta trabajera nos llueva el miércoles", dice Pepe. Ahí ya será el Prendi y la Virgen del Desamparo los que tengan la última palabra.

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