La lanzada

Sobre la silente Lanzada del crucificado

  • La hermandad con sede en la basílica del Carmen solicitó la venia a los cofrades del Huerto

El misterio de la Lanzada, en la calle Carmen, ayer antecedido por sus nazarenos.

El misterio de la Lanzada, en la calle Carmen, ayer antecedido por sus nazarenos. / VANESA LOBO

L AS cuestiones históricas cada vez tienen menos importancia en las cofradías. Si en el pasado pasar antes o después era suficiente argumento como para ordenar un contencioso legal que llegase a la misma sede apostólica de Roma, ahora, las hermandades son más solidarias y alternan el lugar de paso si con ello se arreglan problemas de horarios y quebraderos de cabeza a terceros.

El Huerto tenía complicaciones en la jornada del Jueves Santo y prefirió adelantar su paso por la carrera oficial por el lugar que ocupaba tradicionalmente la hermandad de la Lanzada. Los cofrades carmelitanos no pusieron problema alguno y a las siete de la tarde, una representación proveniente de la basílica del Carmen, se acercaba al antiguo convento dominico a solicitar la venia a la de la Oración en el Huerto. Una estampa nunca vista anteriormente.

A las ocho menos diez de la tarde noche de la jornada del Amor Fraterno, la cofradía se plantaba en la plaza del Carmen. La cruz de guía salía totalmente restaurada precediendo a un cortejo de 140 nazarenos que acompañaban al Santísimo Cristo de la Lanzada. Uno de los misterios más bellos y románticos de la ciudad. Una lástima que tan sólo se queda en las calles jerezanas durante cuatro horas y media. Es como un visto y no visto.

La banda del Carmen de Prado del Rey interpretaba un estricto repertorio de marchas lentas en la que sobresalía con preferencia la bella pieza del maestro Márquez Galindo llamada 'Cristo de la Lanzada'. Una obra para procesionar que forma parte de el alto nivel que presume el patrimonio musical de Semana Santa de la ciudad.

El paso siempre de frente, mandado por Alberto Millán Puerto un año más. Cortejo procesional de nazarenos de marrón carmelitano para la tarde noche del Jueves Santo. Un argumento más para afirmar que el día del Amor Fraterno, cofradieramente hablando, es de los de más altas cotas de las distintas jornadas de la Semana Mayor.

Tras la salida de la Catedral, la cofradía comenzó su itinerario de vuelta. Un recorrido que lo hizo entre el silencio de la noche que ya entraba en la madrugada del Viernes Santo.

Pasada la medianoche, existía una conciencia colectiva de la hora ciertamente tardía para esta corporación en una jornada de pruebas y de alternativas a los problemas del Jueves Santo. Desde la zona de Barranco, comenzaba ese camino por intramuros a través de Curtidores, Peones y Carpintería Baja para llegar de nuevo a su basílica en la que se reencontró con su Madre del Carmen con la ilusión renovada de un nuevo Jueves Santo.

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