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Echémosla al suelo

  • El equipo de Sampaoli debe olvidar de una vez por todas todo lo externo y volver a la senda del triunfo

  • La tarde se antoja especial con la despedida a Monchi y la anunciada vuelta de los Biris

No hay que jugar a ras de suelo por obligación o real decreto. De hecho, Iborra prolongó a más de dos metros de altura un pelotazo que bajó con nieve de Sergio Rico y fue Correa el que le puso a aquello el traje de amateurismo para que el Sevilla ganara en Las Palmas un partido en el que lo menos que hizo fue echarla al suelo. La expresión, eminentemente futbolística, pero tan sevillana a la hora de aplicarla a cualquier circunstancia cotidiana, esconde muchas cosas que seguramente en esta ciudad a nadie hay que explicar. Cada cual la recoge y la utiliza sabiendo lo que quiere decir y en lo que le afecta según su responsabilidad.

Puede que al que viene de fuera haya que explicárselo. Eso sí. Puede, por ejemplo, que haya que contárselo a un personaje público con contrato y que representa a una entidad como el Sevilla. Puede que deba saber que al Camp Nou no se va para que lo vean a uno abrazarse con Neymar y besarse con Messi mucho menos después de la imagen que su equipo dio. Antes va uno a consolar y a animar a los suyos tras la derrota, que son los que tienen que sacar las castañas del fuego en las de verdad, en tardes como la de hoy. Puede que haya que explicarle que al sevillismo no se le ponen condiciones, porque tampoco el sevillismo se las puso cuando, entre otras cosas, se volvió loco con él a la llegada al hotel Los Lebreros como agradecimiento tras un emotivo trinfo en el derbi sobre el eterno rival.

El Sevilla vuelve a su Liga, la que siempre, siempre fue su Liga y en la que todavía está fantásticamente bien colocado pese a llevar más de un mes sin ganar. Pero ya es cuando no puede fallar.

Y para ello, todos se han tragado su sapo para firmar la paz. El entrenador, con un discurso más suave tras el velado rapapolvo del presidente; el club, anunciando la entrada de los Biris con su pancarta y el grupo de animación, prometiendo apartarse de la violencia verbal rompiéndose como siempre las gargantas para volver a convertir el Sánchez-Pizjuán en lo que siempre fue.

Y hasta Monchi tendrá otra ocasión excelente para pedir perdón a aquellos que siguen sin entender su decisión, aunque todo el sevillismo se volcará hoy en una tarde que será especial y muy emotiva para él. El club ha preparado con gran celo un acto digno del protagonista, que además será una sorpresa para el de San Fernando y en el que se intuye que no podrán faltar los nueve títulos que el Sevilla ha conquistado durante su etapa como director deportivo.

Pero todo eso será la guarnición y en este club en los últimos meses ha podido pasar que la guarnición se ha comido al solomillo. Lo que interesa son los puntos y por eso más que nunca ante el Deportivo lo primero es echarla al suelo y empezar por donde se quedó el equipo de Sampaoli cuando venció por última vez en este escenario al visitante de turno, el Athletic, con un gol de Iborra al remachar un penalti.

Ya da igual lo que ha pasado después. La Champions es historia y el objetivo ahora es volver a la situación de fortaleza que hizo de este Sevilla un rival respetado y no ese pelele al que es capaz de asustar con su presión adelantada cualquiera que llega a Nervión.

Este Sevilla -y Sampaoli también- quizá lo único que necesita es dar un golpe, un golpe lo suficientemente rotundo como para cambiar la dinámica y devolver la confianza, la propia y la externa. Es verdad que se hace difícil que llegue la primavera a Sevilla y la afición nervionense no esté engolosinada con la posibilidad de tocar plata, pero las cosas cambian en el fútbol. La prueba es que quién iba a decir que el sevillismo iba a despedir hoy a Monchi.

Una motivación mayor, por tanto, para los profesionales que hoy se vestirán de blanco y que deberán agradecer al isleño haberlos traído a este club en el que algunos de ellos han tocado la gloria con títulos y han visto cómo se disparaba su cotización.

Pero esto sigue, y en el mercado lo mismo se sube que se baja. Lo del Camp Nou está olvidado. Hay que darle otra vuelta de tuerca y este equipo ya va a contrarreloj. Todo sea por el Sevilla.

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