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Europa enamora a Llorente

  • El Sevilla se reencuentra con su idílico torneo al tiempo que el delantero se reivindica con un doblete No marcaba desde el 8 de diciembre a la Juventus

True love. Así rezaba el lema del mosaico, con el habitual abuelo centenario de impoluto blanco, que exhibió la afición sevillista en el Estadio Nacional de Varsovia el 27 de mayo de 2015. Y la confirmación de ese amor verdadero se produjo cuando, gracias a los goles de Krychowiak y Bacca por dos veces, el Sevilla levantó su cuarto trofeo de la UEFA, ahora Liga Europa. El tetracampeonato coronó al club blanquirrojo como el amante perfecto del torneo del paragüero, como ya lo llaman los propios sevillistas dándole la vuelta a la sorna del eterno rival. Y Llorente parece querer enamorarse y vivir también ese idilio.

El Sevilla se reencontró con su idílico torneo tras la corta infidelidad con la Champions y lo hizo con un nuevo triunfo, que llegó, precisamente, de la mano del hombre que posibilitó que se recondujera la relación amorosa. Llorente necesitaba una tarde-noche como la de ayer, día en que logró su primer doblete como sevillista. El riojano no marcaba desde el pasado 8 de diciembre. Con un testarazo perfecto a un saque de esquina botado por Konoplyanka, el Sevilla venció a la Juventus, despojándola del liderato del fortísimo Grupo D, y condenándola a sufrir ante el Bayern de Guardiola, y se ganó el derecho a defender el título del que es vigente campeón.

Más de dos meses han pasado desde el anterior gol de Llorente, que reactivó a un Sevilla taciturno y melancólico, como instalado perennemente en el caduco noviembre otoñal. Cuando el Borussia Mönchengladbach aún ganaba en el Etihad Stadium, todo hacía indicar que el Sevilla de Llorente, de Immobile, de Rami, de Konoplyanka..., el tetracampeón de Europa, iba a sufrir un anticlímax de dura digestión, que iba a vivir una temporada torcida y aciaga. Pero los goles del City y el cabezazo de Llorente ante Buffon enderezaron el rumbo y hoy todo es luz. Con la primavera en lontananza, el Sevilla vuelve a reconocerse alegre.

Unai Emery había dejado a Llorente fuera de las dos convocatorias precedentes. El riojano parecía como fuera de forma. No retenía ni un balón, no encontraba con quien formar la adecuada conexión ofensiva, siempre estaba fuera de cacho, en la pared o para el remate... Hasta que Europa lo reactivó, por abajo, a contra estilo. Porque el que tuvo, retuvo.

El plan salió perfecto, como si Emery le hubiese dicho , "tranquilo, para un poco, prepárate bien y ten confianza". Y el jugador marcó sus primeros goles con los pies. Los cuatro anteriores, inservibles a Celta y Villarreal, claves a Madrid y Juventus, fueron con la testa. Ante el Molde, humilde y corajudo, marcó con un sutil toque de izquierda el 1-0, tras un avance de Vitolo, y con un chutazo con la derecha, tras quitarse de encima al central Forren con un gran movimiento y hacer del pase de Coke la asistencia perfecta. Luego, Emery lo suplió por Gameiro. Llorente, 1,95 metros, siempre ha tenido problemas de aductores.

El riojano se fue del campo despedido por una gran ovación. Lo necesitaba: en las últimas comparecencias en Nervión fue silbado -tanta expectación para esto-, no mayoritariamente, pero silbado. Ahora Llorente ha vuelto, o eso parece. Lo que no pueda el amor...

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