Tercero, igualado con el segundo y con un buen colchón de puntos sobre el quinto. Seguramente, si a cualquier sevillista, empezando por José María del Nido, se le hubiese preguntado al principio de Liga si firmaría que el Sevilla estuviera en esta situación en el ecuador del campeonato lo hubiese firmado con los ojos cerrados. El conjunto de Manolo Jiménez está cumpliendo con buena nota las expectativas creadas por la sencilla razón de que está muy metido en los puestos del objetivo marcado, la clasificación para la Champions. Y sorprende cuando menos esta realidad cuando hace sólo dos jornadas se estaba pidiendo la cabeza del técnico, pero los vaivenes del fútbol son así de caprichosos y ahora el futuro se presenta muy esperanzador para el sevillista de a pie.

El Sevilla de Jiménez está metido en la pomada, usando la expresión recurrente de Del Nido para manifestar cuáles son las metas del equipo y el club. Más allá de los debates sobre el juego del equipo, el principal mal que lo persigue, la realidad más patente es que ha cumplido una primera vuelta histórica, firmando los 38 puntos a los que únicamente llegó antes el equipo de Juande Ramos en la campaña 06-07. Si se doblan los puntos, el Sevilla terminaría con 76, un registro inédito en la historia del club y una puntuación de título... si no fuera el año indiscutible del Barcelona. Este registro cobra importancia en un campeonato en el que los grandes no están fallando. Y las victorias en el Santiago Bernabéu y el Vicente Calderón, ante esta igualdad aristocrática, pueden ser decisivas al final, cuando haya que tirar de la calculadora para deshacer los previsibles empates en la ardua lucha por la Champions.

Rentabilidad goleadora

Una de las claves principales para estos buenos números es la gran rentabilidad que le saca el Sevilla a los goles que marca. De hecho, es el menos goleador de los seis de arriba, con sustanciales diferencias con todos excepto un Villarreal que trata de salir airoso de su crisis. Sólo 28 goles le han bastado al Sevilla para sumar 38 puntos, claro que por ahí también está sufriendo la constante exigencia de un público que en el Sánchez-Pizjuán sólo ha celebrado 14 goles, cuatro en las últimas siete citas caseras.

En cambio, es el segundo equipo menos goleado (16) por detrás del Barcelona. Y precisamente esa racanería, a poco que ha coincidido con el fracaso en la UEFA, es la que le ha podido costar el puesto a Jiménez ante la presión de una afición que no termina de comprender cómo no es capaz de sacarle más partido a su incuestionable arsenal atacante y que, por contra, ha olvidado que la sangría de la defensa fue un lastre determinante el curso pasado. Esa escasez está vinculada a cómo ha cambiado Jiménez el perfil del equipo, en consonancia con la planificación.

Del Sevilla más goleador de la historia -el de los 75 goles- se ha pasado a uno que controla más los partidos y que es letal a domicilio. Sólo ha encajado una derrota lejos de Nervión, en Valladolid, y de ello sólo puede presumir el Barcelona.

Las duras críticas que ha recibido el equipo en ciertas fases están muy condicionadas por esto. Ha sumado 20 puntos en diez partidos en casa por 18 de nueve fuera, con idéntico cómputo de goles: 14-8.

Arriba pese a los lastres

Por mucho que desde la cúpula dirigente y técnica se haya desterrado la palabra excusa, lo cierto es que el Sevilla ha tenido un lastre importante en forma de lesiones, algo que ha contrastado con el buen rendimiento de la mayoría de los fichajes, sobre todo los de corte defensivo. Luis Fabiano abrió una racha de lesiones a principios de octubre que se fue ampliando desde el puente del Pilar. Kanoute, Dragutinovic, Chevantón, Diego Capel, Acosta, Duscher, Konko... El Sevilla llegó a ganar, como en Almería, sin delantero nato, y aguantó la presión de seguir arriba pese a no contar en varias citas con ninguno de sus dos artilleros titulares.

A esta pasajera racha se ha sumado el mal del lateral derecho, donde ya han actuado hasta cinco futbolistas: Konko, Crespo, Mosquera, Fernando Navarro y Adriano. Sin embargo, esa laguna, aún sin solución, que ha heredado la maldición pasada del lateral izquierdo, no ha mermado la seguridad defensiva del Sevilla.

Las dudas de la medular

Mucho se ha hablado de la falta de creatividad del Sevilla tras la venta de Daniel. La dirección deportiva apostó por reforzar la zona de creación con un futbolista cuyo fútbol condiciona, para bien y para mal, al de todo el equipo. Romaric está respondiendo y es el único que ha actuado en los 19 partidos de la primera vuelta. Pero su concurso tampoco acaba de aclarar las dudas de un centro del campo que no encuentra la pareja ideal titular. Baste como ejemplo que ante el Numancia jugó de titular por primera vez Renato en el eje y Jiménez tuvo que quitar a Duscher para acompañar al brasileño con Romaric.

En definitiva, la positiva regularidad en la Liga es de obligado reconocimiento, más allá de que tras la eliminación de la UEFA, las citas ante Mallorca y Osasuna afearon el panorama mucho. La triple cita con el Deportivo se presentó como un bálsamo que el Sevilla supo apurar. Ahora el camino está muy bien trazado, pese al trabajito que le cuesta ganar los partidos en casa, el principal lunar de un equipo que incluso tiene margen de mejora. Y es que, como empiece a funcionar de verdad la medular...