Celta-sevilla

El premio es una nueva final

  • El Sevilla visita al Celta con la intención de no complicarse la vida para disfrutar de otra fiesta en la Copa. El 4-0 es una garantía, pero Emery no para de avisar de los riesgos.

Nueva cita con la historia para el Sevilla de la contemporaneidad. La tropa que comanda Unai Emery tiene muy cerca la posibilidad de meterse en su decimotercera final del siglo XXI, algo que sólo está al alcance de los equipos más grandes del continente, no se olvide este dato, pero antes deberá solventar su comparecencia en Balaídos para hacer bueno el cuatro a cero que le hiciera al Celta hace siete días en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Que sí, que todos, amigos y enemigos, ven ya a los sevillistas en la finalísima contra el Barcelona, pero, ojo, resta un partido y en fútbol siempre puede pasar de todo, entre otras cosas porque no sería ni la primera vez ni la última que acontecen remontadas de este tipo.

El objetivo de este Sevilla que tan orgulloso tiene a los suyos debe ser, por tanto, jugar con la máxima seriedad para limitar la posibilidad de una sorpresa. La cuestión es no dejar ningún cabo suelto, no abrir ni una rendija por la que el Celta pudiera atisbar una luz para poder ilusionarse. Y en este sentido lo acontecido el pasado domingo en el mismo recinto y con idénticos contendientes puede servir incluso como un clínic previo de lo que los nervionenses jamás deben hacer. Está terminantemente prohibido acabar el partido con menos futbolistas de los que se empieza, una expulsión es el principal factor para poner en riesgo la clasificación y más aún si ésta, como la de Fazio en la Liga, llega antes de la media hora del litigio. Muchos podrán argumentar que ni siquiera así el Celta fue capaz de derrotar al Sevilla, pero mejor no tentar a la suerte de nuevo.

En este catecismo de medidas que Emery impondrá a los suyos el segundo factor debe ser saber jugar con el ataque casi suicida que buscará el cuadro vigués en pos de llegar a soñar siquiera con una remontada. Y hasta en ese factor también hay un clínic previo, éste de algunos días antes con la ida de la semifinal en Nervión. Los hombres de Berizzo trataron de recortar distancias para seguir vivos en la eliminatoria y lo que se encontraron fueron tres contras de libro a cargo de Gameiro y Krohn-Dehli. Éste es el camino para confirmar lo más pronto posible el pase a la final. La cuestión es hacerse fuertes atrás y después acertar en algunas de las situaciones de superioridad numérica que se le van a presentar, seguro, a los hombres que hoy vestirán de rojo.

Más situaciones posibles que sirven para que Emery tenga en alerta a todos los futbolistas que esta mañana se subirán al avión con destino al aeropuerto de Peinador. El partido de hace dos temporadas en Valencia, también de semifinales aunque de la Liga Europa, será recordado siempre como el del gol de Mbia y la explosión de felicidad de los sevillistas, pero nadie puede olvidar que el batacazo pudo ser mayúsculo, que se pasó del fracaso al éxito en el último suspiro. Cierto que aquella vez el resultado de la ida era un dos a cero, que no tiene nada que ver con un cuatro a cero, pero sirva también como advertencia de la posibilidad de turbulencias a lo largo de los 90 minutos, porque todo lo que fueran más de 90 y la prolongación ya sería entrar en el terreno de lo inimaginable para los sevillistas.

Son cuestiones a tener en cuenta, claro que sí, pero la realidad es que el Sevilla parte con todas las papeletas para estar en la final número 13, es el dígito que toca y tampoco es cuestión de rechazarlo por superstición, del presente siglo. La entidad se lo ha ganado con su bien hacer y ese despegue la ha conducido a estar entre la flor y nata del fútbol español e incluso también del europeo. Pero para ello un factor trascendente es el manejo de las situaciones y en eso ha tenido mucho que ver Unai Emery para volver a despegar en tiempos en los que parecía haber pasado ya la época de las vacas gordas. El vasco se siente a gusto en esta situación de presión y contagia a sus futbolistas para que sepan disfrutar de esas situaciones extremas.

La prueba estuvo en el partido de ida de hace una semana, cuando el Sevilla le dio una lección de experiencia a un Celta que pagó la novatada en muchas fases del juego. También le pasó hace un año al Villarreal lo mismo cuando era exactamente igual de piropeado que el cuadro de Berizzo y fue borrado de la faz de la tierra por los sevillistas en la eliminatoria europea. Ése es uno de los factores que juegan a favor del Sevilla para alcanzar la final.

Otro elemento será la alineación que confeccione Emery para darle la mayor seriedad a esta vuelta de las semifinales. Los mensajes a la hora de confeccionar los equipos iniciales son importantes, aunque la realidad es que el vasco puede confeccionar dos onces diferentes con escasas diferencias a la hora de dotarlos de competitividad. Incluso hubo quienes criticaron las rotaciones en la Liga argumentando que lo que estaba resuelto era la Copa. Pero Emery, siempre prudente, no quiere dejar escapar ese caramelo que se le presenta por primera vez en su carrera como entrenador, jugar la final de una Copa del Rey, algo que no ha hecho aún. Por tanto, hoy sí deben estar en el equipo inicial los mejores y inclúyanse en esta relación a Sergio Rico, Banega, Vitolo o Gameiro, pues en el resto de los futbolistas, salvo Rami y el lesionado Krychowiak, no se sabe muy bien quiénes son los titulares y quiénes son los suplentes, ya que depende en gran medida de los estados de forma en cada tramo del curso. Por ejemplo, dónde se incluiría a N'Zonzi, a Konoplyanka y a Reyes, por citar sólo tres casos, ya que se podrían incluir muchos más.

Mientras que el Celta ya se anuncia sin Nolito, la principal incógnita a la hora de decidir esta alineación inicial sevillista sería si Emery se la jugará con los tres futbolistas que están amenazados de suspensión si vieran una tarjeta amarilla, que son Rami, Kolodziejczak y N'Zonzi. Sería un riesgo demasiado grande, sobre todo en lo referente a Rami y N'Zonzi, pero queda tanto tiempo para que llegue esa final fijada a finales de mayo que cualquiera sabe si habrá lesiones o no.

Lo importante, como se encarga de repetir una y mil veces Emery, no es esa cita tan lejana, sino este partido contra el Celta. Está en juego la posibilidad de ver al Sevilla en su decimotercera final desde 2006, ¿se puede disfrutar más como hincha de un equipo de fútbol sin el poder económico de los más grandes? Eso es lo que llevan gozado ya los sevillistas y aún quieren más.

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