Sevilla | Numancia · MARCAJE AL HOMBRE

No es tiempo para antihéroes

  • Mosquera tuvo una digna vuelta al equipo cuando parecía que no iba a vestir nunca más la camiseta del Sevilla desde su altercado en Mallorca · Su marca, Barkero, únicamente creó peligro a balón parado

En el Sevilla actual no hay lugar para los antihéroes. El viento ha virado a favor desde aquella reunión de una hora tras el nefasto partido con Osasuna y, más aún, desde esa otra charla íntima en los vestuarios de Riazor, en la que Kanoute tuvo mucho que decir, pues fue el revulsivo del equipo en una segunda mitad con inferioridad en el campo y el marcador. El Sevilla concluye la primera vuelta con un registro histórico, los 38 puntos a los que sólo han llegado el equipo de Juande Ramos en la campaña 06-07 y el actual de Manolo Jiménez. Y al trabajado triunfo de ayer contribuyó un hombre que parecía marcado con el estigma del antihéroe, pese a su cara de buena gente y a su novelesco nombre: Aquivaldo Mosquera.

El colombiano no tiene cara de antihéroe. Tampoco de héroe, pero, desde luego, habla mucho en su favor que se ofreciera a jugar pese a tener la cabeza fuera de la plantilla. No hablaba en broma Jiménez cuando avisaba de que podía jugar Mosquera. Crespo incluso se cayó de la convocatoria por una elongación, con lo que el técnico sevillista se quedaba sin ninguno de los dos laterales diestros de la plantilla. Por ello, el ex central del Pachuca volvía a colocarse la camiseta del Sevilla desde su desafortunado partido en Génova, tras el cual se produjo el altercado en Mallorca, lo que precipitó su ostracismo.

Desde entonces no jugaba y ayer volvió a ese lateral derecho que lo estigmatizó. Y no lo hizo mal el colombiano. Tuvo una actuación más que digna, por mucho que sus actuaciones siempre estén marcadas por gestos que invitan a la chanza, como ese golazo anulado por ayudarse con la mano que hizo que desde Gol Norte se escuchara con fuerza su nombre coreado. Mosquera volvió a jugar donde sólo lo ha hecho esta temporada, en el lateral derecho, un puesto que él mismo ha rechazado y en el que en más de una ocasión ha despertado cierta guasa de la grada.

Ayer no hubo lugar a ello. Su ofrecimiento, pese a que iba a ser mirado con lupa, lo dignifica. Pero más allá del gesto, cumplió. Su hombre a marcar, Barkero, sólo creó peligro a balón parado -el talentoso zurdo dio un cursillo acelerado a los sevillistas de cómo utilizar la estrategia-. Sólo en algún momento de la primera parte fue cogido algo desubicado, también por la poco acostumbrada posición de central diestro de David Prieto. El Numancia se desdobló por su flanco un par de veces, y el colombiano no encontró ayuda ahí.

Y en ataque empujó mucho. De hecho, la gran ocasión de la primera mitad salió de sus botas, cuando vio que por el hueco de Jesús Navas entraba Renato, cuyo centro envió fuera Kanoute. Buscó con criterio al franco-malí y a Luis Fabiano en más de una ocasión. Al brasileño le dio un balón de oro, que controló con la mano antes de marcar.

Luego, en la segunda parte, con el Numancia ya con diez, apenas tuvo trabajo en defensa. Y siguió ayudando en ataque, sin complicarse e incluso intentando desdoblarse con Jesús Navas. Llegó más arriba que, por ejemplo, Dragutinovic. Ahora cabe preguntarse si su destino ha virado, aunque aparentemente lo de ayer fue una solución de urgencia. Lo justo, ante su honestidad profesional, es que su gol hubiera valido. Pero del antihéroe al héroe hay demasiada distancia.

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