Sociedad

Prealerta de sequía por la escasez de lluvia en primavera

  • La situación no es crítica, pero el porcentaje de agua embalsada es 20 puntos inferior a la media de 2016

España se encuentra en "prealerta" por sequía meteorológica y, aunque de momento no es una fase dramática, habrá que esperar las lluvias de otoño e invierno para asegurar el abastecimiento de agua en todos los usos en 2018. El estado de la sequía "todavía no es muy preocupante", señaló Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín, quien incidió en la necesidad de un "seguimiento exhaustivo y detallado" de la evolución para aplicar los protocolos y planes de sequía y evitar la improvisación.

La situación actual es de insuficiencia de lluvias, pero no crítica para los embalses. Garrido recalca que donde más se percibe el impacto de la sequía es en el sector agrícola. Durante los últimos meses y salvo excepciones, la escasez de precipitaciones ha predominado en toda España, especialmente en abril, un mes muy seco en conjunto, con una precipitación media de 26 litros por metro cuadrado, lo que supone el 40% de la media de este mes, cifrado en 65 litros por metros cuadrado.

Respecto al agua embalsada, los últimos datos del Ministerio de Agricultura y Pesca reflejan que en la primera quincena de mayo, la reserva actual de agua acumula 32.406 hectómetros cúbicos (57,9%), un porcentaje muy alejado tanto de la media del año pasado (75,4%), como de la de los últimos cinco años (77,7%) y de la del decenio (73,8%).

Para Garrido, estas cifras evidencian el periodo seco actual y enfatiza que la cuestión principal radica en cómo evolucionará la meteorología. El experto explica que, a pesar de estos datos, el sistema hidrológico español, en general, puede aguantar sin problemas un año con los embalses al 15% o al 20% menos de su capacidad total, debido a que es un rango de variación relativamente normal. "Sí la sequía se prolonga en 2018, la situación será de emergencia con carácter general en la mayoría de las cuencas".

Según el Ministerio de Medio Ambiente, a 1 de abril de 2017, la evolución más negativa de los últimos meses se ha producido en el noroeste peninsular, sobre todo en algunas zonas de Miño-Sil y Duero, donde esta última se encuentra en situación de alerta.

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