Aniversario de la tragedia En Nueva Orleans perduran los restos del desastre

La huella del 'Katrina' sigue viva

  • Cuatro años después de que el huracán asolara Nueva Orleans, los restos de la tragedia siguen presentes en una ciudad que ha perdido gran parte de su población y que no se ha recuperado al ritmo esperado

Nada hace pensar a un turista que pasea ocioso por los barrios más emblemáticos de la ciudad de Nueva Orleans que una tragedia de las dimensiones del huracán Katrina sigue latente en la vida de miles de sus residentes a pocos días de cumplirse cuatro años de su asolador impacto. El barrio francés, famoso por la fiesta de carnaval de Mardi Grass y el festival de Louis Armstrong, por sus encantadoras casas y edificios al estilo victoriano, preserva su habitual ambiente bohemio y despreocupado al ritmo de jazz y blues. "El centro lo recuperaron en seguida para el turismo", cuenta Laura Ramírez, una mujer de origen mexicano que trabaja en una acogedora cafetería del barrio. "Pero la ciudad continúa muy dañada. Hay zonas que están aún totalmente destruidas. Ni siquiera han empezado a reconstruir", explica.

Laura se mudó de la Gran Manzana a la sureña ciudad de Nueva Orleans un año después de que su marido, de origen dominicano, se instalara ahí por motivos de trabajo. En Nueva Orleans se le presentó una buena oportunidad en el sector de la construcción, que tras el Katrina ha despuntado notablemente. "Yo con cuatro hijos me esperé a que todo estuviese mejor antes de mudarme", relata.

No hace falta alejarse mucho del bullicio del núcleo turístico para encontrar casas destrozadas y deshabitadas en medio de bonitas hileras de viviendas cuidadas con esmero. La huella del huracán Katrina es más visible de lo que parece a primera vista. Pero, sin duda, el panorama más desolador lo presenta el Lower Ninth Ward, un barrio residencial de clase obrera.

Se trata de una de las zonas de Nueva Orleans que a mayor profundidad se halla con respecto al nivel del Lago Ponchartrain y del río Mississippi, que flanquean la ciudad. El Katrina causó ahí los peores estragos cuando el 29 de agosto de 2005 una grieta en los diques del Canal Industrial, en las inmediaciones de ese barrio, provocada por la virulencia del ciclón tropical, desató la inundación más catastrófica de toda Nueva Orleans como consecuencia de los desbordamientos. En total 50 diques quebraron bajo la presión del agua. Las trombas destruyeron e incluso arrastraron a su paso miles de casas.

Sin embargo, cuatro años más tarde aún queda mucho para que finalicen las obras destinadas a proteger la ciudad de nuevos temporales de la intensidad del Katrina. Según ha puesto de manifiesto el cuerpo de ingenieros de las Fuerzas Armadas, al menos 13 de los proyectos para la construcción de un sistema de protección masiva contra huracanes, cuyo coste total asciende a 15 millones de dólares, no estarán finalizados para 2011 tal y como estaba previsto, por lo que la ciudad continuará siendo vulnerable por tiempo indefinido a los ciclones.

En el Lower Ninth Ward parece que el tiempo no ha pasado desde el Katrina. Muchas de las casas aún destrozadas continúan deshabitadas. Gran parte de ellas todavía llevan la marca de la desgracia sobre sus fachadas, es decir, un aspa pintada con spray con la que los equipos de salvamento indicaban durante las operaciones de rescate que habían pasado por esa casa en busca de supervivientes.

En toda Nueva Orleans quedaron destruidas en torno a 100.000 casas, lo que permite hacerse una idea de la descomunal tarea de reconstrucción a la que tuvo que enfrentarse y aún se enfrenta la metrópoli tras el paso de uno de los huracanes más devastadores de las últimas décadas. Para una ciudad en la que la población antes del Katrina rondaba los 485.000 habitantes, la pérdida de 100.000 viviendas supone una verdadera catástrofe.

Howard Johnson, un afroamericano de 42 años, se crió en el Lower Ninth Ward. Al igual que la vivienda de muchas personas del vecindario, su casa quedó destruida por las trombas de agua. Cuenta cómo estuvo dos días esperando sin agua y sin comida, con su hermano discapacitado sobre el tejado de su modesta casa, a que los equipos de salvamento lo rescataran. No puede borrar de su mente las imágenes de los cadáveres que flotaban por todas partes."Al menos sobreviví", dice resignado aunque con una amplia sonrisa. Regresó hace dos años al barrio que le vio crecer y poco a poco reconstruyó su casa como pudo. "A mí me encanta esta ciudad y por nada del mundo la abandonaría", afirma. "Pero esto se ha quedado desierto". Aunque ha oído hablar de iniciativas tanto públicas como privadas, él no ha percibido ningún subsidio económico.

Pocos son los afortunados que reciben ayudas. La huella del Katrina pervive sobre todo en la desesperación de los menos pudientes, que no terminan de superar la tremenda tragedia que marcó un antes y un después en la ciudad de Nueva Orleans.

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