CRÍTICA VIDEOJUEGOS

Halo crece

Halo ODST | Bungie Software | +16 | 49,90€ | Xbox360

Tras el paréntesis de género que supuso Halo Wars, aquel fantástico híbrido entre shooter y estrategia que, por primera vez en la historia del videojuego, conciliaba satisfactoriamente los específicos del ETS con los recursos periféricos de una consola, Halo ha vuelto a los derroteros FPS que le dieron la fama de shooter de shooters; lo ha hecho, sin embargo, con dos novedades impactantes, una numérica y otra conceptual: en el primer sentido, la sorprendente inclusión del modo multijugador en un disco aparte, y en el segundo una pléyade de alteraciones a la fórmula previa capaces de convertirlo en un título que va más allá de su naturaleza de mera (aunque esperadísima) extensión.

En este aspecto, resulta divertido que la irrupción comercial de Halo 3: ODST coincida con el estreno de Malditos Bastardos, de Quentin Tarantino: las dos ficciones fragmentan narrativamente las consecuencias de una misión bélica descabellada hasta lo suicida, radicada en un lanzamiento aéreo de hombres cualificados en territorio enemigo para la recuperación peregrina de un elemento virtual, en el primer caso, de una entidad artificial en paradero desconocido, y en el segundo, del propio intangible honor hebreo. Sabemos que en Tarantino la fragmentación narrativa es moneda común, pero en la franquicia Halo tomar este camino apunta más allá incluso de la novedad: es una verdadera revelación.

Ocurrirá tras nuestro primer hallazgo: el traslado al punto de vista del cadáver de nuestro compañero en los momentos previos a su muerte no tiene lugar a través de una secuencia cinemática al uso, sino que conlleva la traslación del punto de vista en términos absolutos, ubicando al jugador en la primera persona del soldado fallecido; algo que nos hace reflexionar sobre la identidad (de una forma similar, aunque en lo diacrónico, a como ya hiciera Jericho con su sistema de posesión de cuerpos), pero en especial sobre el componente prefabricado de nuestro destino en el medio: al fin y al cabo aquella faceta de juego se corresponde con un viaje al pasado cuya conclusión ya conocemos.

Con decisiones narrativas como esta, capaces de acercar la canónica saga de Bungie Software a latifundios deliciosamente alternativos, Halo 3: ODST parece encaminarse hacia una fase más oscura y adulta de su evolución, subrayada en un trabajo musical a medio camino entre el terror y la melancolía, por momentos incluso deudor del rock sinfónico típicamente giallo. Colabora a este tono el acento en el mapeado de las intrincadas estructuras de la ciudad, una ultramoderna Nueva Mombasa cuyas entrañas serpenteantes, en la forma de laberínticos pasillos dentro de los edificios empleados para el desplazamiento por la urbe, aportan nuevos significados al término claustrofobia (aun contando con el recurso de un visor nocturno, muy útil en numerosas ocasiones a pesar de la forma en que inevitablemente resta magia a la tenebrosa ambientación). Teniendo en cuenta esta estructura, en lo estratégico el sistema de juego podría compararse al de un gigantesco y metaevolucionado cubo de Rubik en el que en ocasiones habremos de desandar nuestros pasos para conseguir el objetivo deseado. No es que la alianza Covenant no presente un peligro similar al de anteriores entregas: no faltan los tiroteos, armas, emboscadas y enemigos típicos de la saga, pero la metodología de juego se encamina con mayor intensidad a la investigación y el rastreo; algo que en cierto modo guarda relación con la debilidad de nuestro novato protagonista, un simple humano muy alejado de la resistencia genéticamente desarrollada del mítico Spartan II de anteriores entregas, y que encaja perfectamente con las ambiciones realistas de la propuesta.

Más allá de su naturaleza de extensión, Halo 3: ODST supone un paso más allá en la serie, que la hace aumentar no sólo en cantidad, sino también en madurez, y dispara una bengala hacia un horizonte que se perfila más apasionante a cada entrega. La gran saga bélica de nuestro siglo continúa creciendo.

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