TV-Comunicación

Casada y sin compromiso

  • La gestión de José Antonio Sánchez en RTVE se guía por la banalidad en los contenidos de La 1.

  • El Congreso volverá a elegir un gestor de consenso.

Un misterio. ¿Qué endemoniadas tramas ocultará la segunda temporada de La República para que esta costosa ficción no se haya estrenado en TVE? La República fue aparcada en 2012 al llegar el PP a la gestión de RTVE y no hay intención de emitirla. A cambio en este año se ha estrenado en La 1 una indiferente producción de José Luis Moreno, Reinas, sobre las monarcas británicas coetáneas de Felipe II. También se estrenó, y recibida también con indiferencia general, El final del Camino, sobre conflictos altomedievales compostelanos al estilo del Capitán Trueno. Tras series como Tarancón o la premiada 23 F el día más difícil del Rey, producidas por anteriores gestores, la pública ha esquivado cualquier complicación de adaptación histórica y cualquier argumento de temática difícil. Los guardias civiles Olmos y Robles eran de plastilina y desde hace dos semanas se ofrece iFamily, una revisión de Los Serrano. Pese a contar con más presupuesto en ficción, tras deshacerse de los derechos de la Champions, las nuevas series de TVE no tienen interés. Como casi toda la parrilla de La 1 (10,3% de share ahora mismo). No esperen en la cadena pública encontrarse una serie sobre ETA (aunque Telecinco, tan denostada, ha encargado Patria), ni sobre los tiempos previos a la Guerra Civil (Antena 3 prepara una ficción sobre las enfermeras en el Rif). Movistar + ya tiene madurada La peste, en la Sevilla del siglo XVI. TVE podría optar por el carlismo o la decadencia del siglo XIX y salvo el retrato costumbrista de los Alcántara todo el pasado reciente queda obviado en La 1, donde se prefiere el casticismo artificial de Acacias 38.

José Antonio Sánchez, actual presidente de RTVE, tiene los días contados en Prado del Rey a raíz de aceptar el PP el recuperado modelo de elección por consenso del mandatario de la corporación, a propuesta del PSOE y con anterior petición de Ciudadanos. Más que el desprestigio por el maquillaje u ocultación en los Telediarios (líderes por los pelos), con las protestas del consejo de Informativos, lo más triste de La 1 es su ausencia de compromiso social con la audiencia. La desaparición de cualquier rastro de espacios culturales en la cadena principal de TVE y la omisión de cualquier formato de mordiente y posible incomodidad son una evidencia. El debate de La 1 está previsto hoy... pero pasada la una de la madrugada, tras José Mota y un masaje audiovisual sobre las Fuerzas Armadas (FAS). Las ideas políticas se reservan ya sólo para Los desayunos, Informe Semanal, con temas trillados, dura media hora, y La mañana es un programa para hipocondríacos, como el teatrito de docudrama de Centro médico. No hay entrevistas en profundidad. Los reportajes críticos van a La 2, a medianoche.

En el PP hace ya tiempo que habrán sonado las alarmas porque la parrilla de La 1 es cada vez más pobre, al margen de lo que cueste (972 millones anuales la RTVE sin anuncios). Tras un vergonzoso Hora punta diario, de relleno, el prime time está poblado por formatos externos como El gran reto musical (famosos adivinando canciones) o Jugando con las estrellas (famosos adivinando lo que dicen sus hijos), además de cine de Hollywood los viernes y los domingos y telefilmes alemanes (¿por qué?) en las tardes del fin de semana ¿El cine español? A las diez en La 2 (2,6% de cuota). En el segundo canal se amontonan los programas de todo tipo, culturales, de servicio público, de obligado cumplimiento, refritos y películas de saldo: una cadena sin personalidad definida y sumida en el desinterés de propios y extraños. También aquí se arrinconan a las mañanas y madrugadas los formatos de difícil digestión. El infantil Clan, nacido en tiempos de Zapatero, atiende al menos a su segmento, aunque sea con redifusiones hasta el infinito. Teledeporte llega apenas al 0,7%.

El Canal 24 Horas, rodillo de noticias servidas con aire cansino, se diluye con un nocturno presentado por un periodista complaciente con la línea dura del PP, Víctor Arribas. El director de este canal es Álvaro Zancajo, despedido de A-3.

El fracaso de la actual TVE, comprometida con el Gobierno para no ser nunca una molestia y sin compromiso con su país, es evidente. El dibujo de Canal Sur no es distinto. En este caso se espera confirmar a Joaquín Durán, hasta ahora interino. Y en RTVE las cosas no deberían ir a peor ¿O tal vez sí?

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