Toros

David Mora brilla con torería y buen gusto en su reaparición

última de la FERIA del palacio de vistalegre Ganadería: Cinco toros de Parladé y uno, el sexto, de Juan Pedro Domecq, desigualmente presentados, sin trascendencia en varas y con varios muy flojos. Destacó el bravo y noble quinto, un gran toro -se pidió la vuelta en el arrastre-. TOREROS: David Mora, de verde y oro. Entera defectuosa (dos orejas). Entera (saludos tras ovación y aviso). Tres pinchazos y casi entera (vuelta tras petición de oreja y aviso). Salió a hombros. Saúl Jiménez Fortes, de grosella y oro. Pinchazo y tres descabellos (saludos tras ovación y aviso). Bajonazo (saludos tras ovación y aviso). Dos pinchazos y estocada (saludos tras ovación y aviso). INCIDENCIAS: Palacio de Vistalegre. Mano a mano entre David Mora y Fortes, quienes retornaban tras dos percances gravísimos y brindaron sus primeras faenas al público, que los recibió con una ovación clamorosa. Sobresaliente: Chapurra, quien brilló en un quite a la verónica en el quinto. Media entrada. En el tercero saludaron Iván García (brega) y Otero y Tejero (banderillas).

La acogida de la afición a David Mora y a Saúl Jiménez Fortes, que han pagado un tributo muy duro a la Fiesta, con sendas cornadas al borde de la muerte, fue sensacional, con una estremecedora e interminable ovación en el paseíllo que continuó tras el mismo en el Palacio Vistalegre, que se hizo más gigante aún con el cariño incondicional del público.

David Mora, con el mejor lote, fue el triunfador y no sólo por los trofeos -dos orejas-, sino por la torería, buen gusto y el toreo despacioso con el que impregnó la nueva plaza carabanchelera. El madrileño pudo conseguir otros dos trofeos si estoquea al primer envite al quinto toro, el mejor del encierro. Por su parte, el malagueño Jiménez Fortes, como siempre, fue todo entrega y valor. David Mora cuajó la mejor actuación de la tarde a ese quinto, Cantaclaro, un ejemplar bien hecho, bravo y con calidad, con el que se lució a la verónica. En la faena, que brindó a sus apoderados Antonio Tejero y Simón Casas, se gustó desde el inicio, con muletazos genuflexos con empaque. Con la diestra, destacó por su toreo relajado y con la izquierda volvió loco al personal en el toreo en redondo. Tenía la faena rematada para lograr un premio mayor, pero continuó y se pasó de metraje, lo que incidió en el fallo con la tizona, con una cogida anterior, cuando esbozaba un pase de pecho, sin que afortunadamente le calase el toro. Le hicieron dar una vuelta al ruedo.

Con el flojísimo y noble que abrió plaza, Mora se lució a la verónica y en una preciosa media en un quite. En la faena, con las plantas asentadas, se explayó al natural con elegancia para matar a la primera y desorejar al toro.

Ante el tercero, con movilidad, pero sin clase, David Mora estuvo voluntarioso en labor que brindó a los médicos.

Jiménez Fortes vio como devolvían a su primero, flojísimo. Cambió turno y salió el que hubiera sido cuarto, otro animal flojo. Fortes asustó en un quite muy ceñido por chicuelinas en una labor que comenzó por alto y en la que intercaló un circular invertido para cerrar en cercanías y con un desplante tirando la muleta. Falló con el verduguillo.

Con el cuarto, bizco del izquierdo, corto de cuello y deslucido de juego, cuya faena brindó a su padre, Fortes realizó una faena encimista, con un epílogo en el que dibujó varias manoletinas; algunas de ellas resultaron, por lo ceñidas, escalofriantes.

Con el sexto, altote, cuyo trasteo brindó a su compañero Mora, se entregó con firmeza en una faena que comenzó con el cartuchito de pescao en los medios y que finalizó pisando los terrenos del toro y errando con la espada.

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