Toros

Diego Ventura triunfa en la mixta de la México cortando dos orejas

  • Perera malogra un faenón con la espada ante un toro de regalo en una tarde en la que El Payo sumó un trofeo y Saldívar se quedó en destellos prometedores

El diestro extremeño Miguel Ángel Perera malogró con la espada una gran faena y el rejoneador hispanoluso Diego Ventura cortó dos orejas, en la corrida mixta celebrada en la tarde del martes, madrugada hora española, para festejar el 65 aniversario de la inauguración de la Monumental Plaza México.

También actuaron los matadores de toros mexicanos Octavio García "El Payo", que cortó una oreja, y Arturo Saldívar, que tuvo destellos prometedores.

Mucho ambiente en el coso y con un tiempo magnífico, en tarde templada y sin viento. Hubo una gran entrada, unos 28.000 espectadores.

Se lidiaron nueve toros, uno de regalo. Dos de la ganadería de Garfias para rejones, que fueron muy buenos, sobre todo el cuarto. Y siete llegados de los potreros de la vacada de Barralva, justos de presencia y trapío, de diverso comportamiento, algunos les faltó transmisión, como al segundo y sexto de la suelta; manejables tercero, cuarto y séptimo, flojo y muy parado el octavo y el noveno, que tenía recorrido, fue toreado con nota.

Diego Ventura ya se identificó con el público de la México. Con el primero tuvo buenos momentos sobre todo con los caballos "Nazari", "Morante" y "Califa". Estuvo certero y seguro pero mató de un rejón bajito y, aunque hubo petición de oreja por parte del público, todo quedó en saludos desde el tercio.

Mejor con el quinto, que ha sido un buen astado. Ventura, que empezó con un rejón en los cuartos traseros, después la armó con "Oro" y "Suerte", haciendo cambios de maravilla. Mató de rejón de muerte y fue premiado con las dos orejas.

Miguel Ángel Perera, cosa rara, tuvo una actuación incolora con el segundo, estuvo bien a secas y lo mató muy mal. Escuchó dos avisos con algunos pitos. Igualmente en el sexto, que de salida fue un toro protestado y no sirvió. Mató mal el extremeño y se silenció su labor.

Regaló Perera un noveno toro con el que estuvo enorme, un astado que dio la impresión de estar burriciego, pero con la virtud de tener recorrido e irse siempre hasta la punta de la muleta. El extremeño lo entendió a las mil maravillas y le cuajó un faenón auténtico, con muletazos que parecían increíbles. Una lástima que pinchó seis veces, otro aviso, pero fue despedido entre aclamaciones.

El Payo se sacó la espina. Tuvo una tarde magnífica y ahora sí convenció a la afición. Al tercero de la tarde le fue porfiando y terminó metiéndolo en la muleta para realizar una faena muy torera y con calidad. Mató de estocada y cortó una oreja, con algunas protestas.

Todavía se superó en el séptimo. Cuajó un trasteo medido, con buena clase, con firmeza y torería, con series muy bien estructuradas y ligadas. Mató de estocada, petición de oreja que no fue concedida por el juez. Dio la vuelta al ruedo.

Saldívar igualmente estuvo en torero. Sus destellos reunieron clase, buen gusto, templanza y torerismo. Trasteo de menos a más que fue creciendo. Mató de estocada y descabello, petición de oreja que el juez no concedió. Ovación de gala, con fuerza y se negó a dar la vuelta al ruedo.

En el mismo plan siguió con el octavo, que toreó superior con el capote y una pena que el astado se vino abajo y se paró. Saldívar, siempre centrado, logró destellos. Mató de dos pinchazos y fue ovacionado.

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