Toros

Intensa batalla entre Hermoso de Mendoza y Leonardo Hernández

segundo festejo de los sanfermines Ganadería: Cinco toros de El Capea y uno de San Pelayo, el quinto, de la misma casa ganadera. En conjunto de buen juego; destacando el cuarto, bravo y encastado, de nombre Presumido, número 43, negro bragado, de 597 kilos, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. TOREROS: Pablo Hermoso de Mendoza, rejón (dos orejas); rejón (dos orejas con petición de rabo). Leonardo Hernández, que debutaba en la plaza de Pamplona, rejón (dos orejas); rejón (saludos tras ovación). Roberto Armendáriz, dos pinchazos, medio rejón y cuatro descabellos (palmas); dos pinchazos, rejón y dos descabellos (palmas). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Pamplona. Casi lleno.

Como era previsible, la inclusión de Leonardo Hernández en el cartel de ayer -segundo festejo de los Sanfermines- elevó el nivel del espectáculo. Hernández, que atraviesa un gran momento, plantó batalla a Hermoso de Mendoza en su feudo, en Pamplona, y acabó saliendo a hombros en su debut en esta plaza junto al maestro del rejoneo. Roberto Armendáriz, el tercer hombre, un navarro de Noáin que fue todo voluntad, estuvo por debajo de sus compañeros. En el cartel faltaba Diego Ventura para que aquello hubiera sido de alto voltaje. La terna se enfrentó a una corrida de El Capea, de juego interesante, en la que destacó el cuarto toro, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Pablo Hermoso de Mendoza estuvo a una altura importante. Lidió con maestría al manso y noble que abrió plaza, brillando a dos pistas a lomos de Berlín. El estellés se hizo pronto con el ejemplar de El Capea y realizó una interesante faena, con acierto a la hora de clavar. Tras unas banderillas cortas, mató certeramente para ganar dos orejas.

Hermoso tuvo en suerte como segundo astado a un gran toro, bravo y encastado, que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. El navarro se lució especialmente con su hermosina a lomos de Disparate y en un gran par a dos manos montando a Pirata en el epílogo de una equilibrada faena que remató de un rejonazo para ganar otros dos trofeos.

Leonardo Hernández volvió a demostrar que anda fino a la hora de manejar sus cabalgaduras y con sitio. Se las vio en primer lugar con un astado manso y complicado, brillando con Sol, llevando prendido al toro a escasos centímetros. Empleó también alardes para la galería como covertas y banderillas al violín que pusieron al público en pie. Mató de un rejonazo y desorejó a su oponente.

Hernández se dejó llegar mucho a sus caballos en el quinto, de buena condición, pero que se echó durante la faena probablemente por un rejón mal colocado y enfrió una labor interesante en la que hasta entonces había destacado montando a Despacio, por el riesgo que asumió.

Roberto Armendáriz, muy arropado por sus paisanos, con entrega, desentonó sin embargo del alto nivel de sus compañeros, incluido el manejo de los aceros. Rompió el ritmo de sus compañeros al cierre de la primera parte de la corrida con una faena con más voluntad que acierto ante el tercero, mansote y noble que acabó muy aplomado. Lo mejor fue un par al quiebro. Como anécdota, perdió el estribo derecho, que cayó a la arena, y posteriormente dio un mitin con los aceros.

Ante el sexto, Armendáriz se entregó en un trasteo en el que nuevamente marró en la suerte suprema.

Entretenido espectáculo en el que Hermoso, con el cuajo que da la veteranía, y Hernández, con el desparpajo de la juventud, ofrecieron buenos momentos de toreo a caballo en lo que supuso una intensa batalla entre ambos.

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