Toros

La verdad de Javier Cortés y la entrega de Gómez del Pilar en la plaza de Madrid

  • Ambos diestros, aun sin trofeos, brillaron en el segundo 'Desafío ganadero' en Las Ventas

Gómez del Pilar.

Gómez del Pilar. / efe

Javier Cortés y Gómez del Pilar, aún sin trofeos, fueron los encargados de poner el argumento al segundo Desafío ganadero celebrado en Las Ventas, entre los hierros de Palha y Hoyo de la Gitana. Con un cuarto de entrada, se lidiaron tres toros -primero, tercero y quinto- de Palha, bien presentados, reservón y con peligro el primero, y buenos y a menos, tercero y quinto; y otros tantos de Hoyo de la Gitana, serios, faltos de casta y deslucidos. Rubén Pinar, silencio y silencio. Javier Cortés, ovación que recogió desde el callejón y ovación que recogió desde el callejón. Gómez del Pilar, vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja y silencio.

A portagayola recibió a ese tercero de corrida, de Palha, que derribó en la primera vara y acudió de largo y con alegría en la segunda tras una vistosa zapopina por parte del madrileño para ponerlo en suerte. Generosidad del torero, que el público agradeció. A ellos fue, precisamente, el brindis de Del Pilar, que echó las dos rodillas en tierra para iniciar faena. Del Pilar le robó muletazos sueltos de buen corte dentro de una faena de mucha entrega, y en la que llegó a sonar una aviso antes de ir a por la espada, la cual manejó también con acierto. Le pidieron con fuerza la oreja, pero el usía no accedió, quedando todo en una vuelta al ruedo de las de verdad.

A la puerta de chiqueros se volvió a ir con el sexto. Gómez del Pilar le robó algunos muletazos sueltos muy largos y templados.

Se esperaba con mucha expectación el regreso a Madrid de Javier Cortés al cabo de siete años, y, aunque sin poder alcanzar el triunfo, demostró que está capacitado para ponerse a funcionar en cuanto empiecen a darle oportunidades. Su primero, de 650 kilos de seriedad y músculo, se defendió y Cortés realizó una faena de arrestos, valor y, sobre todo, actitud. El quinto fue bueno lo poco que duró y con él emergió una gran Javier Cortés, muy puro al natural y toreando con mucho temple y hondura por el derecho. Pero falló a espadas.

El primero de Pinar fue un palha difícil y con peligro, y el diestro solventó la papeleta con oficio. El cuarto, de Hoyo de la Gitana, fue un toro descastadísimo. Qué mala suerte la de Pinar, al que, visiblemente contrariado, no le quedó otra que abreviar.

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