feria de san isidro | decimoquinta corrida en las ventas

Marín confirma por la Puerta Grande

  • El diestro jerezano-pacense cuaja una grandiosa faena, premiada merecidamente con dos orejas y sale a hombros

  • El Juli, dominador, consigue un trofeo

  • Álvaro Lorenzo, quien también confirmaba, fue ovacionado

El diestro Ginés Marín, en su salida a hombros de la plaza de toros de Las Ventas.

El diestro Ginés Marín, en su salida a hombros de la plaza de toros de Las Ventas. / reportaje gráfico: fernando villar / efe

Lleno en Las Ventas para un cartel con dos promesas, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín, quienes fueron apadrinados en su confirmación por El Juli. Sería por los toricantanos, pero en esta ocasión, el ambiente y el trato a los tres espadas, muy cariñoso, contrastó con el de otros días anteriores. El sector crítico respetó a los toreros en una tarde en la que Ginés Marín, un jerezano, criado en Badajoz, de 20 años, dio un paso gigantesco en su carrera. Puerta Grande ganada en el cierre de una corrida que estaba hasta entonces marcada, en lo torero, por El Juli.

Ginés Marín disfrutó e hizo disfrutar con un toreo de muchos quilates ante Barberillo, un toro de buenas hechuras, noble, que perseguía los engaños con humillación y que tuvo mucho fondo. Marín, sobresaliente, se enfrentó con decisión, temple y ligazón al ejemplar de Alcurrucén. El diestro, sin probaturas, se echó la muleta a la mano izquierda para una gran serie al natural con remates caros. Con esa misma mano dibujó naturales largos y preciosos. Con la derecha, tanda magnífica que abrochó con un gran pase de pecho. Continuó por ese pitón, con ligazón, un cambio de mano deslumbrante y un natural monumental, por lo despacioso y larguísimo. Y eso ligado a un inspirado molinete y un forzado pase de pecho. La plaza rugía una y otra vez con olés. Otra serie más, muy buena y otro gran pase de pecho. La estocada arriba fue la rúbrica adecuada para una obra que fue premiada, merecidamente, con las dos orejas.

Corrida de Alcurrucén, de desiguales hechuras y juego; descando el sexto, de gran calidad

Con su anterior toro, muy noble y paradote, Ginés Marín realizó una faena desigual, logrando el mejor pasaje en una serie al natural. Marín, comenzó con mucha suavidad en las rayas, aunque con un enganchón. Además del toreo con la zurda, impactó con unas bernadinas muy ceñidas y brilló en un gran pase de pecho con la izquierda. Mató muy mal, dejándose el brazo atrás, de tres pinchazos y con el añadido de un descabello.

El Juli cumplió como torero dominador y lidiador. Con el segundo, un astado corniabierto, manso y con carbón, el madrileño desplegó toda su técnica para imponerse al astado. En los medios, muletazos mandones con ambas manos y aguante. Una estocada a capón hasta la mano fue la rúbrica contundente para cobrar el trofeo.

Ante el cuarto, cuesta arriba, bajo, astifino, que esperó en banderillas, El Juli comenzó el trasteo en las afueras con una serie muy buena en la que bajó la mano. Con la izquierda alargó las embestidas. Luego, asfixió al toro, al acortar tanto los terrenos y aguantó algunos parones. El público estaba rendido y se prevía otro trofeo. Pero el madrileño falló en la suerte suprema y escuchó una ovación.

Álvaro Lorenzo no pasó de discreto en su actuación. Con el que abrió plaza, bajo, bien armado, noble, pero que echaba la cara arriba al final de la suerte y fue a menos, el toledano, voluntarioso, cerró una labor desigual con un arrimón. Mató de estocada caída y fue ovacionado.

El quinto, largo, que esperó en banderillas, dio luego buen juego en la muleta, con recorrido, humillando tras la franela de Álvaro Lorenzo, quien realizó una faena desigual que cerró con un arrimón. Mató de estocada. Y fue ovacionado.

Ginés Marín, con un toreo de calidad, hizo historia en su confirmación, con la salida a hombros en Las Ventas, en la primera Puerta Grande de este San Isidro 2017.

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