Toros

Miranda hizo lo más importante de la tarde venteña pero sin trofeos

  • Oreja de paisanaje para Aitor Darío 'El Gallo', debutante ayer con una buena novillada de Carriqui

El novillero Aitor Darío El Gallo cortó ayer una oreja en la tarde de su debut en Las Ventas, premio de lo más condescendiente con clara influencia del paisanaje, en una tarde en la que Madrid rindió un sentido y emotivo homenaje el malogrado matador de toros Víctor Barrio.

Novillos de Carriquiri, muy bien presentados, un auténtico corridón de toros, nobles y de variado comportamiento. Destacaron segundo, cuarto y, sobre todo, quinto. Sin raza y a menos, el primero; muy parado el tercero; y el sexto se acabó pronto.

David de Miranda: silencio tras aviso y ovación).

Aitor Darío El Gallo: pinchazo y estocada fulminante (ovación tras petición); y estocada (oreja).

Jesús Martínez, de azul cielo y oro: estocada caída (ovación tras aviso); y pinchazo y estocada (vuelta al ruedo tras aviso).

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Víctor Barrio. La plaza registró un cuarto de entrada en tarde de calor asfixiante.

Más allá del ruedo, muchísimo más allá, en la tarde de ayer en Las Ventas predominó y pesó la tristeza y la emoción por el recuerdo del torero Víctor Barrio. Gestos serios en los tendidos, miradas al cielo, otras al asfalto y algún que otro ojo vidrioso se escondía detrás de la clandestinidad de unas gafas de sol.

Las banderas de la plaza ondearon a media asta en señal de duelo, igual que las divisas de los utreros extremeños de Carriquiri lucieron color negro en lugar del habitual encarnado y verde.

Ya metidos en vereda, David de Miranda, que se despedía de novillero en Madrid antes de tomar la alternativa en Huelva de manos de José Tomás, apenas pudo hacer nada con su primero, novillo noble pero sin raza ni ímpetu para romper hacia adelante.

En el cuarto, que se prestó más, anduvo fácil y reposado De Miranda, corriendo la mano con soltura para lograr muletazos limpios, templados y de inmaculado trazo. Buen nivel del novillero de Trigueros, que mostró oficio, buenas mañas, y aplomo y valor en un final de cercanías, bernadinas incluidas.

El Gallo, que debutaba en Madrid, llevó a cabo una primera labor con notables desigualdades, fundamentalmente por falta de sitio y ajuste, ante un novillo que respondió con nobleza en el último tercio. Lo mejor, la estocada final. Incomprensible la petición de oreja que hubo, evidentemente "desde el autobús", que se suele decir.

En el quinto, que también se dejó mucho, se le vio más asentado y ceñido, lo que hizo que la faena, a la que le faltó también mayor limpieza en algunas fases, tuviera algo más de entidad, aun sin ser tampoco nada del otro mundo. Aquí sí cayó la oreja, aunque, quede claro, que el premio contó con una clara influencia del paisanaje.

El otro debutante en la tarde, Jesús Martínez, se topó con un primero muy agarrado al piso, con el que no pudo pasar de voluntarioso.

En el sexto, en cambio, sí dejó atisbos del buen concepto que atesora este Martínez. Toreo de gusto, aroma y sentimiento en una faena que, como el novillo, que se desfondó enseguida, fue irrefrenablemente a menos. Al final dio una vuelta al ruedo.

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