feria de san miguel

Talavante, único trofeo y Aguado roza el triunfo en su alternativa

  • El pacense corta la única oreja

  • El sevillano, que ofrece una buena imagen, da una vuelta en su primero y pierde premio en el sexto por el desacierto con la espada

  • Ponce, con el peor lote, vuelta al ruedo y cae lesionado

Con un encierro de Garcigrande, de desigual presentación y juego, la primera corrida de la Feria de San Miguel, con tres cuartos de entrada, anduvo a medio gas, con un Talavante que consiguió el único trofeo; Aguado, que tomaba la alternativa, rozó el triunfo, dando una vuelta al ruedo en su primero y perdiendo premio por el desacierto con la espada en el sexto y Ponce dio otra vuelta al ruedo en el cuarto; sufriendo una lesión.

El toro de la alternativa Recobero, negro, un cuatreño de 503 kilos, protestado de salida, tuvo una salida mansa, escarbando. El animal, tras zurrarle fuerte en varas, con la suerte de la carioca en el primer puyazo, despertó y embistió con prontitud y nobleza. Aguado, de blanco y oro, que improvisó al natural cuando el toro se arrancó tras la cesión de trastos de Ponce, su padrino, realizó una faena digna, con muletazos templados por ambos pitones. Tras pinchazo y estocada desprendida dio una vuelta al ruedo entre el cariño de sus paisanos.

Con el que cerró plaza, desclasado, Aguado dio la talla en una faena de entrega hasta conseguir una serie con ligazón con la diestra que fue aclamada por el público. Con los sones de un pasodoble continuó toreando enfibrado, con buenos muletazos. En el epílogo desplegó clase con unos pases genuflexos. Faena por la que se mascaba el premio y cuyo balance quedó en ovación al matar de dos pinchazos y estocada. Buena imagen del sevillano en el salto de escalafón.

Ponce contó con un mal lote. Sin opción al lucimiento en su primer astado, despachó al descastado animal, más parado que el caballo de un retratista, de media estocada para ser silenciado.

Con el cuarto emergió un Ponce voluntarioso y pundonoroso que buscó las vueltas al rajado toro, al que robó muletazos, incluyendo un circular como recurso y un arrimón con una tanda con ligazón, que fue de lo más ovacionado. Tenía al personal en el bote, pero falló con la espada y dio una vuelta al ruedo, acompañado por su picador Manolo Quinta. El valenciano pasó a la enfermería donde le apreciaron una contractura con posible desgarro del abductor derecho, según el doctor Octavio Mulet.

Talavante, con el noble tercero, justo de poder, realizó una faena cimentada en la ligazón, que comenzó por bajo con bellos remates. Una labor fracturada en dos por un desarme. El pacense se manejó bien tanto con la diestra como en el toreo al natural como sucedió en una serie en la que intercaló un farol. Con media trasera rubricó una labor que fue premiada con un trofeo.

Con el quinto, sin clase, Talavante se entregó en un trasteo que se fue apagando como el toro para matar de estocada caída y ser ovacionado.

Entre lo más emotivo en un festejo a medio gas, en el que apenas afloró con brillo el toreo de capa, vivimos la despedida del gran varilarguero Manolo Quinta, quien se despidió tras cuatro décadas de profesión, con veinticuatro años a las órdenes de Enrique Ponce, quien le brindó su faena al cuarto toro tras hacerle bajar del caballo. Luego, el maestro valenciano compartió la vuelta al ruedo con este torero a caballo, perteneciente a una de las dinastías de picadores más importantes.

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