Toros

La frescura de Ginés Marín

El noveno festejo de la Feria de Fallas estuvo marcado por una corrida excesivamente floja y en conjunto noble de Juan Pedro Domecq. Del espectáculo, de escaso calado por la materia prima, salió como triunfador el joven Ginés Marín, quien gracias a su frescura y buen toreo cortó una oreja a cada toro y consiguió salir a hombros. Cayetano cobró una oreja tras una faena de máxima entrega. Y Ponce quedó casi inédito con un lote sin posibilidades para el lucimiento.

Marín, con el tercer toro, muy noble, realizó una faena en la que aplicó inteligencia, entrega y gusto. El diestro toreó muy bien a la verónica. Y ya con la muleta sorprendió con una pedresina. El temple y la ligazón fueron fundamentales en tandas por ambos pitones, destacando con la zurda, con remates muy toreros, incluido uno mirando al tendido.

El jerezano-extremeño sale a hombros, Cayetano corta una oreja y Ponce de vacío

Con el que cerró plaza, un castaño, grandón, de 607 kilos, Marín consiguió otro trofeo gracias a su desparpajo. El torero nacido en Jerez y criado en Extremadura se encontró de inmediato con un astado parado y sin recorrido, al que prácticamente robó los muletazos en una labor que cerró por bernadinas, que fue el momento que caló con más intensidad en el público. Rúbrica al primer encuentro y premio.

Cayetano cobró un apéndice del castaño quinto, un toro cuesta arriba que flojeó de salida y al que no se picó. El diestro comenzó su trasteo de rodillas, con el toro también a punto de perder las manos. Su faena, algo arrebatada, tuvo como pasajes más brillantes una tanda con la izquierda y un par de naturales a pies juntos. Mató de estocada caída. El anterior toro de su lote había sido devuelto por inválido tras recibirlo Cayetano con una larga cambiada a portagayola que se hizo eterna por lo que tardó el toro en salir al ruedo. En su lugar saltó uno de Vegahermosa, complicado, con el que el torero se mostró voluntarioso.

Enrique Ponce no tuvo opción ante un mal lote. Su primero, devuelto por inválido, fue sustituido por un tráiler de ¡646 kilos! del hierro titular -sí, lo que escribo, un juampedro con 646 kilos!-, un animal que además se quebrantó en una voltereta y perseguía los engaños sin entrega ni clase. El valenciano, técnico, anduvo con facilidad ante el animal en una labor decorosa.

Con el cuarto, cuesta arriba, que flojeó desde su salida y llegó a la muleta convertido en un marmolillo, Ponce realizó una labor de enfermero sin interés alguno.

Ginés Marín, de veinte años y quien no ha cumplido ni un año de alternativa, se impuso con su frescura, con cabeza y estética en el primer toro y listeza en el otro, demostrando que está más que preparado para competir con los diestros de arriba en una tarde en la que el cariñoso público valenciano aguantó con paciencia infinita la flojedad de los toros y premió de manera generosa el esfuerzo de los toreros.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios