Gastronomía

Donde la comida es patrimonio

  • Cada año aumenta el número de turistas que llegan a Andalucía atraídos por la riqueza de su gastronomía, destino del 40% de lo que gastan en la Comunidad

Cada año, unos 650.000 viajeros llegan a Andalucía atraídos por la gastronomía. Además, la restauración es uno de los capítulos que acapara un mayor gasto por parte de los turistas, un 40% del desembolso en el destino. Cualquier fiesta y temporada del año tiene su propio rito en la cocina que se convierte en una curiosa forma de conocer la historia y vida de cada municipio. Además, alrededor de productos autóctonos se ha creado una  serie de rutas como la del aceite de Priego de Córdoba, Jaén o la Axarquía, en Málaga; la del vino, en Montilla Moriles (Córdoba), la comarca del Condado (en Huelva),  y las del Vino y Brandy en el Marco de Jerez de la Frontera, en Cádiz, o la del atún en la zona de Conil, Zahara, Barbate y Tarifa.

Lo que más llama la atención es la posibilidad de recorrer diferentes parajes teniendo como referente la gastronomía y la enología. Más allá de las innumerables rutas de la tapa dedicadas a casi todo, hay una serie de fiestas que están vinculadas a los productos de la tierra: Cata de Montilla Moriles, en Córdoba; Días del caracol, la naranja, la castaña, el queso... E incluso una ruta que recorre la Sierra de Grazalema, en Cádiz,  con el nombre de Uvas y queso saben a besos.

Incluso se pueden encontrar hortalizas autóctonas como la zanahoria morá, de Cuevas Bajas, en Málaga. Pero donde el viajero puede encontrar uno de los productos gastronómicos más exóticos de Andalucía y disfrutar de playas debe ir a la Costa Tropical granadina. A la completa oferta del mar, con pescados y mariscos de todo tipo, se suman hortalizas, vegetales y, sobre todo, sus característicos frutos tropicales. Chirimoyas, caquis, mangos o papayas  son producidas por esta tierra con una calidad excelente. Estos productos crecen gracias a las temperaturas cálidas de la zona y a la escasez de lluvias, siendo los protagonistas de exóticas y creativas recetas típicas de la zona como, por ejemplo, la tarta de chirimoya, la ensalada de aguacate y pollo o la salsa picante de mango. Como colofón a todos estos manjares el visitante puede disfrutar de un excelente ron de caña elaborado en Motril o en Salobreña.

En cualquier caso, trazar una ruta gastronómica  por Andalucía supone aunar al patrimonio histórico y natural, el cultural, puesto que conociendo sus platos más típicos se puede saber mucho de la historia del pueblo que lo cocina. En El Bosque, en la provincia de Cádiz, la unión de turismo y gastronomía ha dado lugar a la curiosa experiencia de El Molino de Abajo. Dispone de un aula taller en el que se puede conocer el funcionamiento del molino, al que acudían los vecinos para poder tener su pan. Para montar el taller es necesario un grupo mínimo de 15 personas.

Si existen dos productos andaluces conocidos en el exterior estos son el vino y el aceite. El oleoturismo es una de las grandes apuestas de turismo interior, sobre todo en la zona de Jaén, Córdoba y Sevilla. En la comarca de Priego, cuyo aceite tiene Denominación de Origen, siguiendo la ruta de haciendas olivareras y almazaras, se puede conocer gran parte de la historia y cultura d e Almedinilla, Carcabuey, Castil de Campos, Fuente Tójar o del propio Priego de Córdoba.

En cuanto al vino, no sólo se puede probar y disfrutar en las múltiples  bodegas, también sirve como excusa para conocer la historia de los habitantes de la zona. Como ocurre en el ecomuseo del Lagar de Torrijos, en Málaga. Los lagares son edificios cuya parte principal se haya destinada a la elaboración de vinos. Este data de 1843 y representa el prototipo de casa lagar de los montes de Málaga.

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