Xerez CD

Esteban y su cruz con El Arcángel

  • El técnico malagueño sólo ha triunfado en Jerez tras sus pasos por Córdoba, Bucarest y Lleida · El año pasado, el estadio ribereño truncó su mejor racha

"Yo espero acabar entre los seis primeros, pero me gustaría terminar más arriba aún". Esas eran las ambiciosas aspiraciones (expresadas en una entrevista) de Esteban Vigo cuando en el verano de 2004 se puso al frente del Córdoba. El Boquerón tenía claro que el equipo - el secretario técnico, Rafael Ruiz Coco, le había ofrecido una cláusula de renovación por dos años si acababa en la zona más noble- debía pugnar por estar en lo alto de la tabla. Era una plantilla en la que destacaban Boris, Mate Bilic (ambos hoy en Primera con el Numancia y el Sporting, respectivamente), Larrainzar, López Ramos, Fernando Cáceres, Montenegro, Pablo Sierra, Armentano, Pulpo González... Sin embargo, un puñado de jornadas (siete concretamente) bastaron para tornar el sueño en pesadilla. Durante su estancia en el club -de aquella etapa apenas sobreviven varios consejeros, el preparador de porteros Jorge Ramírez, Pepillo y el incombustible Litri- no pudo evitar que su plantilla impusiese un injustificable veto a los medios y, en lo deportivo, sumó un punto sobre 21 posibles. En su despedida por la puerta de atrás, sólo dos meses después de haber comenzado la temporada, no quiso ni explicar las impresiones sobre su despido.

Antes de ese paso por Córdoba, el veleño había dirigido ya al Xerez (le echaron, después de amarrar la permanencia, en una situación muy comprometida en lo institucional y en lo deportivo). Después de salir de El Arcángel, pasó por el Dínamo de Bucarest y el Lleida, sin gloria alguna en ninguna de esas experiencias.

Así andaba el técnico malagueño, huérfano de gloria, cuando le volvió a llamar el equipo que le vio nacer en los banquillos. En febrero de 2008, el Xerez largó a Casuco al ocupar los azulinos el penúltimo puesto de la tabla, con 22 puntos, a uno del colista y a tres de la salvación. Y la labor del entrenador durante este año de trabajo ha sido intachable.

Ha conseguido cambiarle la cara a un equipo hundido, elevar la moral de futbolistas irreconocibles y, así, reconducir la trayectoria deportiva del grupo. Si en Chapín el año pasado los goles se cantaban como píldoras para paliar un gran mal, ahora cada acción de los Momo, Pedro Ríos, Viqueira y compañía se jalea con aires de Primera.

Se ve que, por lo visto, lo que debe sentarle mal a Esteban son los aires ribereños del coliseo a medio hacer. La temporada pasada, el Xerez llegó a El Arcángel en plena reacción. Nueve partidos sin perder les habían alejado parcialmente los fantasmas del descenso. Pero se vistieron de corto en Córdoba (con los blanquiverdes en el peor momento de toda la campaña) y cayeron 2-1. "A nadie le gusta perder tras una racha de nueve partidos sin conocer la derrota". Eso dijo entonces el técnico malagueño. Unos meses más tarde, la situación es similar (son siete los que lleva ahora sin caer), aunque el esfuerzo por el que luchan es mayor. ¿Volverá Esteban Vigo a dar la de arena en su particular teatro de los miedos?

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