San fernando

La Isla recuerda el año en que el ayuntamiento abrió sus puertas al ciudadano

  • Las elecciones de abril de 1979 supusieron el cambio de gestión en el consistorio, ahora más participativa. Los vecinos encontraron el lugar para exponer sus problemas

Un total de 24.127 votos se emitieron hace treinta años en las primeras elecciones municipales democráticas en San Fernando. La participación entonces fue del 55,48%, de un censo electoral que rondaba los 43.500 ciudadanos. Fue una jornada de fiesta en La Isla después de años sin elecciones libres. Porque el 3 de abril de 1979 dio paso a la primera Corporación municipal tras el régimen franquista. Pero sobre todo porque ese día se abrieron las puertas del ayuntamiento a los isleños que encontraron el lugar donde acudir con sus problemas.

Se dice de los consistorios que son la administración más cercana al ciudadano, que sus representantes políticos y funcionarios son quienes viven de cerca las dificultades de los vecinos. Los comicios municipales del 79, de los que ahora se cumple su trigésimo aniversario, allanaron el terreno para esta idea. Lo saben bien los 25 concejales que formaron entonces la corporación, veinticuatro hombres y una mujer que se lanzaron al abismo de una nueva aventura sin experiencia previa. Sus despachos siempre estuvieron abiertos a los ciudadanos. Por las tardes, cuando las obligaciones laborales les permitían desempeñar ese servicio público del que algunos de ellos hablan tras el paso del tiempo. No existían entonces los liberados, los ediles con dedicación exclusiva. "Entonces sacábamos tiempo de la familia, de nuestro tiempo libre. Ibámos al ayuntamiento una vez terminaba nuestra jornada laboral y los sábados, que se trabajaba", explica Adriano Lozano Fernández que formaba parte de las filas del Partido Socialista (PSOE). José Luis Sordo del PSOE también lo recuerda: "Se atendía a todo el mundo. Se les habían abierto de pronto las puertas, los funcionarios antiguos se sorprendían". Era una forma de que el ciudadano participara en el devenir de su pueblo, cree Andrés Ruiz Pizones del Partido Socialista de Andalucía (PSA).

El PSOE había sido la tercera fuerza más votada, por detrás de la UCD (Unión de Centro Democrático), pero el acuerdo nacional entre formaciones de izquierda motivó que éstos quedaran fuera del gobierno que conformaron el PSA, el PSOE y el PCE (Partido Comunista de España). Sumaban 13.906 votos -6.008, 5.425 y 2.473, respectivamente- frente a las 8.046 papeletas que se contabilizaron del grupo centrista. El partido mostraba en un comunicado su malestar e incomprensión por las decisiones tomadas sin consultarles sobre el reparto de delegaciones, así como por el orden de suplencia de la Alcaldía a favor de los tenientes de alcalde. Consideraban que las áreas que se les ofrecía, Estadística y Tráfico, no correspondía proporcionalmente a su apoyo popular.

Otras dos fuerzas también obtuvieron apoyos, el Partido de los Trabajadores de Andalucía (PTA), con 1.122 votos, y Coalición Democrática (CD), con 859 votos, aunque no llegaron al mínimo del 5% que les daba representación. Los 128 que se consideraron nulos y los 66 en blanco completan el total de votos que llenaron las urnas.

La alianza izquierdista permitió a Fernando Rodríguez Viaña del PSA erigirse como alcalde tras la sesión de constitución del nuevo ayuntamiento. Meses más tarde cuestiones internas hicieron que el puesto fuera ocupado por Avelino Arias Soto, que ganaría las siguientes elecciones bajo las mismas siglas aunque más tarde pasaría al PSOE. Los tres partidos, con un representante del PSA a la cabeza, se dividieron las áreas de trabajo. A José María Castro Valencia se le asignó Enseñanza, Abastecimientos se quedó en manos de Ponciano Málaga Sánchez, José Díaz González llevó Personal y Política Municipal, y Transportes fue para Antonio Mesa Ruiz. Urbanismo y Vivienda, Cultura y Fiestas, Hacienda, y Relaciones Públicas y Prensa completaban el reparto de materias.

Sin embargo, ni estos concejales con dedicación a unos temas, ni el resto de integrantes de los partidos que se unieron para votar al alcalde estuvieron solos en la tarea de sacar adelante la primera corporación. La ley entonces establecía que fuera una comisión permanente la encargada de la toma de decisiones, junto al Pleno, con funciones similares a las de la junta de gobierno local de la actualidad. La integraban el alcalde y los partidos de forma proporcional a los miembros electos, por lo que la UCD contaba en ella con tres representantes: Antonio Ramírez Roldán, Juan Ibáñez Haro y Manuel Rodríguez Bernal. El PSA tenía dos, Avelino Arias Soto y Andrés Ruiz Pizones, como el PSOE, representado por José Agustín Mendoza Sánchez y José Luis Sordo Díaz -el más joven de los 25 concejales-. Ignacio Vera Bustamante estaba por el PCE.

El malestar de UDC no se trasladó a la permanente como reconocen estos antiguos representantes. El ambiente que se respiraba en esas reuniones semanales era de trabajo. "Siempre había consenso", apunta Juan Ibáñez Haro, cuya trayectoria política comenzó en la UCD. La sensación de respeto sobre las relaciones que existían entre las formaciones se repite en las palabras de los concejales elegidos en 1979 consultados. No había tensión, señala Lozano. Lo que interesaba era poner en marcha la maquinaria, más que los intereses políticos y partidistas, asegura Ignacio Vera Bustamante, en ese primer mandato municipal democrático en el PCE. Y para eso debatían, si hacía falta con acritud, pero "cara a cara" para ponerse de acuerdo. Comenzaban a las siete de la tarde y terminaban a las doce de la noche, sólo porque debían cortar entonces como obligaba la ley.

La tarea que tenían por delante para hacer funcionar un ayuntamiento con nuevas maneras era demasiado dura para no remar todos en la misma dirección. Las dificultades se contaban a miles, pero todos destacan la falta de presupuesto a la hora de afrontar las mejoras en la ciudad y en el desarrollo de cualquier iniciativa. Cultura, Deportes y Juventud funcionaban con un millón de pesetas cada una, hace memoria Sordo. "No había dinero", insiste Ruiz Pizones, que llevaba la Relación con los Movimientos Vecinales. Para arreglar las calles, comenta, contaban con dinero de los planes provinciales de Diputación. Otra parte la ponía el Ayuntamiento y otra, el vecino. "Se les cobraba una contribución", matiza. No había otra forma de arreglar las barriadas, que sufrían muchas necesidades. Las calles en algunos puntos eran de chinos y apenas había iluminación, que se concentraba en la calle Real. "Ibamos a todos los barrios a hablar con los vecinos, a ver qué hacía falta, aunque no fuera mucho lo que pudieramos hacer", cuenta Adriano Lozano. A él le había tocado la delegación de Relaciones Públicas y Prensa. Vera Bustamante estaba al frente de Sanidad, un área con muchas carencias: "Por ejemplo, sólo había dos funcionarios encargados de la beneficencia municipal. Por eso decidí meter asistentes sociales".

A la escasez de recursos se sumó la falta de modelo en que fijarse para adaptar una administración a los nuevos tiempos. "El funcionamiento era con leyes del régimen, así que nuestra entrada fue como un elefante en una cacharrería", describe Ignacio Vera. Para Andrés Ruiz Pizones abrieron un nuevo camino, "haciendo camino al andar", porque ninguno tenía experiencia. "Pasamos -añade Juan Ibáñez Haro- de ayuntamientos donde todo era presidencial a ayuntamientos participativos". Y pone un ejemplo. Se crearon equipos para la baremación de las viviendas sociales de La Ardila y estuvieron todos los partidos. UCD también se implicó como el resto en la lucha que tuvieron para la liberación de la playa de Camposoto. Quizás el único debate que los separó fue la vía por la que Andalucía debía acceder a su autonomía. UCD, en el gobierno en Madrid, la establecía por el artículo 143 y el resto por el 151, como las autonomías históricas.

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