Adiós a Miguel Primo de Rivera y Urquijo

Un importante legado en Jerez

  • Destacó por su gestión urbanística: varias barriadas y colegios se levantaron durante su mandato

  • Convirtió la feria de la primavera en la actual Feria del Caballo

Aceptado el cargo de alcalde de Jerez, Miguel Primo de Rivera se puso a trabajar en base a un programa de gobierno que él se había trazado y en el que destacaban entre otros objetivos: clarificar la situación económica municipal, la eliminación de gastos voluntarios y superfluos, la reorganización de los servicios municipales, la expansión industrial o la ordenación urbana.

La nueva autoridad municipal se rodeó para ello de un equipo de ingenieros, urbanistas, economistas y abogados. Se le conoce como el alcalde del desarrollismo, que revolucionó el urbanismo trayendo arquitectos de la talla de Pablo Arias, Ferrari o Laguillo de Castro. Jerez se transformó en una ciudad moderna con un ambicioso Plan General de Ordenación. 

Primo de Rivera se había encontrado con un panorama preocupante: una ciudad con una gran diferencia de clases, escasez de viviendas y de plazas escolares. El Presupuesto General Ordinario de 1965 apenas rozaba los 116 millones de pesetas (860 pesetas por habitante, cuando la cuota mínima para mantener los servicios públicos se estimaba entonces en mil pesetas). En cuatro años, el Ayuntamiento duplicó su inversión por habitante y también su presupuesto.

Destacó sin duda su gestión urbanística. A través de planes parciales, hasta que el Plan General fue aprobado en 1969, fue dotando a la ciudad de barriadas como El Pelirón, San Joaquín, La Granja, Monte Alto, Vallesequillo, Las Torres (las llamadas viviendas de los maestros), Madre de Dios. De su mandato es también la reforma interior para la prolongación de la avenida Álvaro Domecq.

El PGOU le permitió acabar con buena parte de los suburbios y acometer la construcción de unas 10.000 viviendas. Además llevó a cabo la urbanización de barriadas mal recepcionadas, el replanteo de calles, la creación de urbanizaciones privadas de la mano de Urbis, el cerramiento del González Hontoria y jardinería de su rosaleda, entre otras muchas actuaciones.

Pero si el problema de falta de vivienda era grave cuando Primo de Rivera llegó a la Alcaldía no lo era menos la escasez de plazas escolares. Según la Junta Municipal de Educación Primaria, en 1965 el censo de niños jerezanos que no recibían enseñanza primaria por falta de escuelas era de alrededor de 8.000. En cinco años se pusieron en funcionamiento nueve centros escolares, un total de 128 aulas que permitieron escolarizar a 5.120 niños, a la vez que se entregaban 74 viviendas para maestros.

Con él como alcalde se creó una sección especial motorizada de la Policía Local y como anécdota, se instalaron los primeros semáforos.

Su aportación a la feria de la primavera, tal como se la conoce ahora, merecería un capítulo aparte. Él se refería de esta forma a la 'reinvención' de la Feria. "Me di cuenta de que ninguna ciudad tenía dos ferias, la de la primavera y la de Vendimia y las que lo intentaban fracasaban. Entonces la feria de la primavera era una cosa muy pequeñita, como una copia de la Feria de Abril sevillana, y ya en España había muchas ferias de la vendimia. Decidí potenciar la de mayo con una Semana del Caballo, que fue todo un éxito. De ahí surgió la Feria del Caballo".

Admitía en algunas entrevistas que su apuesta por esta feria frente a la de la vendimia no gustó a las bodegas pero él insistió en su idea, que el tiempo ha demostrado un acierto. El alcalde que le sucedió, Manuel Cantos Ropero, le nombró presidente de honor y perpetuo del comité ejecutivo de la Feria del Caballo y en 1990 fue su pregonero.

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